´Lo que se dejó decir Bertone´, Miquel Ángel Aguilar

La inocua conferencia que el cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone, estaba invitado a pronunciar en la sede de la Conferencia Episcopal Española degeneró en una visita de Estado en la que fue recibido y agasajado por el rey Juan Carlos I; el presidente Rodríguez Zapatero; la vicepresidenta colorata, Fernández de la Vega, y el ministro de Exteriores, Moratinos. Semejante metamorfosis acelerada es inimaginable que resultara de un proceso espontáneo. El embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez, fue el promotor.

En los planteamientos y en las conclusiones deseadas, se dejaban ver dos intenciones opuestas. De una parte, el propósito del cardenal Rouco era que su invitado le brindara refuerzo en su función de pastorear a los prelados españoles, que en algunas esquinas geográficas empiezan disentir respecto a la línea frentista, de signo antigubernamental, adoptada por la Conferencia en asuntos como el de la asignatura de educación para la ciudadanía (EpC) y otras reformas en torno al aborto legal o a las modificaciones anunciadas de la ley orgánica de Libertad Religiosa (BOE de 24 de junio de 1980). De la otra, el Gobierno pensaba estar ante una ocasión de oro para explicarse directamente ante el número dos del Vaticano, salvando la instancia tergiversadora y hostil de Rouco y todo su equipo.

Al final de tantas cortesías y agasajos al cardenal, el Gobierno mostraba una satisfacción agridulce por todo lo que se dejó decir Bertone, a quien Zapatero prometió la intangibilidad de los vergonzosos acuerdos con el Vaticano pese a requerir una inmediata denuncia. Su Eminencia fue obsequiado con un libro de texto de la asignatura de EpC con el ruego de que remitiera cualquier observación crítica que pudiera merecerle. También recibió una selección de los mejores insultos proferidos desde los micrófonos de la bendita cadena radiofónica episcopal contra el nuncio, las autoridades eclesiásticas y gentes relevantes de los partidos más afines a la Iglesia, sin incluir muestra alguna de las lindezas dedicadas al Gobierno. Zapateristas y rouquistas encontraron gran satisfacción en la ambigüedad de Bertone y la Cope se quedó contenta con todos Losantos.

10-II-09, Miguel Ángel Aguilar, lavanguardia