ŽLa lucha por Oriente MedioŽ, Walter Laqueur

Durante la primera mitad de este año ha habido (o habrá) elecciones en cinco países de Oriente Medio. En enero votó Iraq. En febrero vota Israel, en marzo Turquía, en mayo Líbano y en junio Irán. Los resultados electorales tienen importancia en relación con la situación en cada uno de estos países, pero tal vez aún más en la perspectiva de la lucha por el dominio de Oriente Medio, entre Irán por una parte y los países árabes suníes tales como Egipto y Arabia Saudí por otra.

Mientras en la mayoría de los países europeos las cuestiones económicas (entendiendo por ellas la crisis actual) constituirían la cuestión principal en liza si fueran a celebrarse elecciones en este momento, ello es así en mucha menor medida en el caso de Oriente Medio. Todos los países que he mencionado arriba han sufrido los efectos de la crisis económica, el desempleo ha aumentado en todas partes y el crecimiento económico ha caído de forma considerable, pero las consecuencias de la crisis han alcanzado Oriente Medio más tarde que a Europa y las verdaderas secuelas se harán notar a finales de este año.

El único factor digno de ser destacado en las elecciones en Iraq es la ausencia de disturbios o alteraciones importantes de la jornada electoral. Ha ganado el partido del primer ministro, aunque no de modo decisivo, y el futuro del país sólo gozará de garantías si se alcanza un acuerdo nacional entre los tres principales grupos étnicos: la mayoría chií, los suníes y los kurdos. Irán será un factor de peso en el futuro Iraq, pero habrá de actuar con cautela para no perder su influencia. Porque lo cierto es que incluso los chiíes iraquíes no quieren que les mande Teherán.

Los resultados de las elecciones israelíes apuntan a una conclusión inevitable, la victoria de los partidos derechistas y el declive de la izquierda. Pero quince partidos han participado en las elecciones (incluidos tres grupos verdes) y ningún partido - ni siquiera dos de las mayores formaciones-cuenta con mayoría en la Kneset (Parlamento), lo que se traduce en precariedad a la hora de una coalición y en la falta de estabilidad. Significa, además, y casi con seguridad, un deterioro de las relaciones con Washington, pues como ya afirmó el presidente Obama en una ocasión el respaldo a Israel no implica necesariamente el apoyo al Likud, por no hablar del partido aún más extremista liderado por Avigdor Lieberman. Por otra parte, la nueva Administración en Washington quiere mejorar las relaciones con los países árabes moderados y si Israel no lleva a cabo un ajuste al menos parcial de su política, parece ineludible el conflicto con Washington.

Las elecciones en Líbano son las más complicadas. Líbano es un pequeño país, en sí no importante. Pero es importante en la lucha planteada entre Teherán y los árabes moderados. Los iraníes se las arreglaron no sólo para movilizar a los chiíes locales (Hizbulah), cosa que no es de sorprender, sino que asimismo dividieron el voto cristiano, parte del cual está dominado por los sirios que actúan como delegados de los iraníes. Hizbulah posee sólo un 10% de los escaños en el Parlamento saliente, pero su potencia de fuego es superior a la de las fuerzas armadas libanesas, factor que al final podría ser decisivo. Resulta dudoso que un gobierno libanés, sea el que fuere, pueda gobernar insistiendo en el desarme de Hizbulah (una de las exigencias de las Naciones Unidas al término de la guerra en el 2006).

Ahora bien, ¿qué sucedería si Líbano cambia de idea? Estados Unidos, indudablemente, hace importantes esfuerzos para ganarse a los sirios. Pero aunque Damasco ciertamente aspira a mejorar las relaciones con Washington, no quiere renunciar a sus estrechos vínculos con Irán. En consecuencia, no se abren perspectivas de un cambio radical en la política siria.

La popularidad de Erdogan ha aumentado en Turquía tras su espectacular crítica hacia Israel durante la reunión de Davos. Su Partido de la Justicia y el Desarrollo se ha esforzado por ganarse a los barrios más pobres de Estambul y otras grandes ciudades mediante el reparto de neveras y televisores gratis, con la consiguiente protesta del comité central electoral turco contra tales prácticas. Sin embargo, caben escasas dudas de que tanto él como su partido obtendrán buenos resultados, a menos que se produzca un rápido empeoramiento de la situación económica durante los próximos meses. ¿Cómo explicar el auge del fundamentalismo islámico en Turquía? Probablemente guarda relación, sobre todo, con factores demográficos: el índice más elevado de natalidad en las regiones atrasadas del este del país y la emigración a las grandes ciudades como Estambul.

En cuanto a Irán, el resultado de las elecciones es totalmente impredecible. Ahmadineyad enfureció a un sinfín de enemigos y ha hecho trizas la economía iraní. Los verdaderos gobernantes del país, el Consejo de los Guardianes de la Revolución, encabezado por Jamenei, recelan que se arroga excesivo poder. Pese a todo su odio contra Estados Unidos, consideran que Ahmadineyad habla demasiado y de forma excesivamente estridente y llamativa. Podría involucrar al país en un conflicto armado antes de que se encuentre preparado para ello. Rafsanyani habría constituido una alternativa lógica - ya fue anteriormente presidente en una ocasión-,pero ha superado ya los 75 años y, por tanto, queda excluido por la Constitución. Uno de sus aliados políticos, Karrubi, con fama de reformista, podría representar una alternativa. Pero es evidente que al Consejo de los Guardianes de la Revolución tampoco le gustan los reformistas.

Entre tanto, los políticos de Washington debaten sobre si Irán representa un verdadero peligro en el plano militar y habría que contemporizar con él - pero ¿cómo?-o si es un tigre de papel ni la mitad de peligroso de lo que se piensa.

En cualquier caso, es indudable que Irán, desde el punto de vista político, ha conseguido buena parte de sus objetivos en Iraq, Qatar, Siria, Líbano e incluso en Gaza. Y, consideradas en tal contexto, las elecciones tienen importancia. La lucha por dominar Oriente Medio prosigue, y esta vez no entre árabes e israelíes.

 

Walter Laqueur, director del Instituto de Estudios Estratégicos de Washington, 11-II-09, lavanguardia