caso Eluana: el transpartido de la libertad en Friuli

El berlusconiano Renzo Tondo, presidente regional, despidió a la fallecida en su blog con la frase "Mandi Eluana". En lengua friulana se dice "mandi" para expresar el adiós. Finalmente Eluana no será incinerada, sino enterrada en Paluzza, el pueblo paterno cerca de Udine, que ya ha sido tomado por las televisiones. Por eso, sus padres no irán al funeral religioso, que se celebrará hoy o mañana.

En Udine, microcosmos de la Italia rasgada por Eluana Englaro, la paciente en coma fallecida el lunes en esta ciudad, se aprecia cómo la proximidad física a una tragedia diluye abstractas certezas, y dificulta la defensa acérrima de dogmas. Si la familia Englaro ha logrado ejecutar la sentencia judicial que autorizaba a Eluana a morir, se debe a una alianza transversal ajena a la política nacional italiana, una entente local de personajes de distintos partidos, que dice mucho del tejido social de Udine y de su región, Friuli-Venecia Julia.


Beppino Englaro

"Aquí ha habido la misma fractura genérica entre centroderecha y centroizquierda que en el resto de Italia, pero sé de católicos que apoyaban al padre de Eluana, y de votantes del centroizquierda que se oponían a su batalla", explica Luca Tosolini, concejal de Cultura de Premariacco, localidad de 4.100 habitantes a sólo 12 kilómetros de Udine. Tosolini arguye que "hay que distinguir entre postura moral personal, y respeto a la autoridad judicial que ha dictado sentencia". Ese es el espíritu que ha animado el comité Englaro Non Mollare (Englaro No te Rindas), que el lunes organizó una manifestación de apoyo al derecho del padre de Eluana, Beppino Englaro, a facilitarle la muerte. Fue en la Loggia del Lionello, bella galería de estilo gótico veneciano del siglo XV, y en eso estaban cuando se supo que Eluana había muerto, en su cuarto día sin alimentación artificial.

En el camino hacia ese desenlace, Beppino Englaro, nativo de la provincia de Udine, contó con la asistencia (o la aquiescencia) de políticos y profesionales del centroizquierda pero también del centroderecha, y con el auxilio de laicos pero también de católicos. Así, el alcalde del centroizquierda de Udine, Furio Honsell, decidió acoger a los Englaro porque, como ha dicho estos días, "la sentencia declaraba que no se trataba de eutanasia", y porque Beppino "es un héroe, un ejemplo de dignidad cívica".

Honsell, ex rector universitario, apostó por la clínica La Quiete por sugerencia del socialista Daniele Renzulli, ex consejero regional. Renzulli vio que el régimen de La Quiete, controlada por el municipio, hacía imposible una intervención del servicio sanitario regional, que había recibido una orden ministerial que prohibía de facto la aplicación de la sentencia de Eluana.

Luego está el presidente regional de Friuli, Renzo Tondo, del centroderecha, amigo de la familia Englaro, a la que apoyó contra el parecer de su consejero de Sanidad. Su actitud puede definirse como de no injerencia, pues, como admiten en el comité pro Englaro, no podía hacer más. El friulano Ferruccio Saro, senador por el partido de Berlusconi, y también amigo de Beppino, ha sido otro de los pocos disidentes en el centroderecha.

Otro ejemplo de este pacto transversal: el abogado más caro de Udine, Giuseppe Campeis, ex militar, católico, tejió gratis para la familia Englaro el entramado jurídico contra el que se han estrellado los inspectores de Maurizio Sacconi, ministro de Sanidad. Más nombres: el neurólogo Carlo Alberto Defanti, que durante años siguió a Eluana; y el anestesista Amato De Monte, que ejecutó el protocolo para su desconexión,junto a un puñado de enfermeras, todos sin cobrar. E Ines Domenicali, presidenta de La Quiete, que arrostró con estoicismo las inspecciones.

12-II-09, M-P. López, lavanguardia