´Hacia el anarchivo´, Andrés Hispano

Aprender, conocer y crear ya no son lo mismo debido a la manera en que internet y los archivos digitales facilitan el acceso a enormes cantidades de información, así como a nutrirlos con nuestros propios relatos y documentos. La enciclopedia, el diario y el archivo se han fundido en un solo magma tan atractivo como absorbente. Nunca antes el hombre pudo acceder a tanta información de forma tan sencilla, y sin embargo, navegar en ese océano de datos acarrea problemas, nuevas formas de ignorancia que evidencian la distancia entre información y conocimiento. Nos adentramos en las alarmas que despiertan las paradojas del anarchivo, que mira al futuro, y a la vez repasamos el estado de la investigación en muchos archivos españoles, imprescindibles para conocer el pasado. 

01 Si se piensa un poco, parece lógico que, en la era de la información, el alzheimer se esté convirtiendo en la enfermedad estigma que antes han representado el cáncer o el sida. En un mundo que mide el progreso tecnológico en la multiplicación de la memoria artificial y la velocidad con que procesarla, la pérdida de la memoria en una persona se percibe como un drama magnificado. La idea de que una persona incapaz de recordar o reconocer es equiparable a un ordenador sin programas ni documentos podría ser en sí misma el primer virus que salta de los ordenadores a las personas. 

02 Internet ha sido el auténtico protagonista de esta revolución archivística, a pesar de que aún son pocas las iniciativas que desde la propia red se plantean seriamente constituir el archivo de la misma. El cine vio pasar cuatro décadas antes de que se formaran las primeras filmotecas. ¿Cuánto deberá esperar internet?

03 El principal problema que anida en la solución del free access / all areas que en cierta manera encarna la red es el de enfrentarnos a una gran cantidad de información, una inmenso volumen que nos conduce indistintamente al presente, el pasado, lo próximo, lo remoto, lo académico y lo amateur. Es, actualmente, el primer problema reconocido por instituciones como el FBI o la CIA: Too Much Information (en su jerga, TMI; en nuestra lengua, DID, Demasiada Información Digital).

04 Una reacción posible ante el alud de información es la descrita por la artista norteamericana Renée Green como Negation in abundance:"Negación ante la abundancia puede entenderse como el efecto de bloqueo ante aquello que supera lo que somos capaces de aprehender... incluso en forma de ausencias, olvidos, lagunas y agujeros que pueden tener lugar en la espesura de información..."

05 Sólo puede aumentarse la velocidad reduciendo el roce, la resistencia. Saber, conforme propicia la red, es un ejercicio de referencias y vínculos en el que cuesta profundizar en cualquier materia. En la red, la cantidad y la velocidad se pagan con incerteza, aproximaciones y verdades arriesgadas. Es el auténtico reino del fuzzy logic,la lógica difusa, que excusa imprecisiones a cambio de velocidad de cálculo. Su fruto intelectual es el wikisabio,víctima del link y pesadilla de los trabajos universitarios, la literatura dominical y las tertulias televisivas.

06 Hal Foster, refiriéndose al empeño de algunos artistas que se sirven de archivos por "conectar aquello que no puede conectarse", nos recuerda que en la naturaleza de estos trabajos no figura la meta de totalizar, completar, ni resolver, sino la de explorar modelos de conexión, relación, creando un relato a partir de la mera reunión de imágenes. El archivo parece fascinar más como dispositivo que como herramienta. Hay que recordar que la introducción en el arte de formatos propios del archivo y el gabinete de curiosidades (Duchamp, Cornell) se produce al tiempo que los museos los abandonaban, ante la expansión del modelo White Cube que el MoMA de Nueva York inauguró a finales de la década de los treinta del pasado siglo.

07 Como ya recordó Derrida, todo archivo implica un ejercicio previo de selección y, por tanto, de destrucción. Esa constituía una dolorosa realidad para el intelectual de los siglos XIX y XX, convencido de que coleccionar el mundo, su residuo histórico o científico en forma de datos, implicaba su conocimiento y, como por arte de magia, su dominio. Por el contrario, el problema del archivo contemporáneo es más bien borgiano (por Borges, no por los Borgia): estimulados por los avances tecnológicos, empezamos a creer que quizás podemos guardar más de lo que tiramos. ¡Quizás, pronto podamos conservarlo todo!

08 Existen ya reacciones muy claras al estrés que puede originar tanta información al alcance. Tim Ferriss ha hecho fortuna explotando los conceptos de desmemoria e ignorancia selectiva en su best seller The 4 Hour Workweek.El olvido preventivo sería para él una garantía de calidad de vida, y eso a lo que llama lifestyle design,poco menos que un derecho. Como una cosa es desatender los e-mails y otra promover la felicidad del ignorante, pueden imaginarse la polémica desatada. En cualquier caso, ya hay quien habla sobre la necesidad de desarrollar una ecología de la información, que atienda tanto a la veracidad de esta (una Information Awareness Office,como imaginó Philip K. Dick), como al filtrado de la inmensidad al alcance.

09 El problema de la fiabilidad se está resolviendo en la red de un modo sorprendente: dejando de ser un problema. Del mismo modo que el peso de las firmas recogidas a través de la red es inferior al de las campañas reivindicativas estampadas sobre papel, estamos acostumbrándonos a imaginar la red como un limbo en el que verdad y mentira ya no tienen el valor que les otorgamos en el mundo de lo tangible. En la pantalla del ordenador, el valor de las imágenes y de los relatos ya no reside en su veracidad tanto como en su oportunidad y capacidad de sorpresa.

10 Stéphane Mallarmé se jactaba de ser la última persona en la historia que había leído cuanto se había escrito antes de su tiempo. En el Renacimiento, varias personas podían aseverar lo mismo. En 1472, la biblioteca del Queen´s College en Cambridge poseía 199 libros.

11 En el 2003 se calculó que cada ciudadano generaba 800 megabites de información nueva, de los cuales más del noventa por ciento quedó registrado en soporte magnético (en disco duro principalmente). Tan sólo un 0,01 por ciento llegó a imprimirse en papel.

12 Paolo Cherchi Usai, historiador y conservador cinematográfico, aplica al cine el concepto de mal de archivo acuñado por Derrida. Usai nos recuerda, en su libro La muerte del cine,que conservamos la mayor parte del cine rodado en su primer año de existencia, 1895. Es decir, apenas cuarenta minutos. Sin embargo, y sólo él sabe cómo las ha calculado, de los tres mil millones de horas que calcula que se registraron en el 2006, apenas una milésima parte sobrevive hoy.

13 La mítica biblioteca de Alejandría contenía, en las estimaciones más optimistas, 600.000 documentos. La biblioteca del Congreso norteamericano posee más de 113 millones y a diario se depositan 20.000 documentos nuevos en sus almacenes. Una pequeña parte de su fondo ha sido digitalizada y puesto a disposición de la gente en la red. El problema es que para mucha gente lo que no está en la red no existe,por lo que podemos hablar de una nueva y curiosa forma de desaparición: todo aquello que no tenga su réplica en la red dejará de ser considerado. O sea, lo intangible acabará siendo,lo físico dejará de ser.

14 Volviendo a Usai, en otra de sus reflexiones nos recuerda que desde el primer soporte en el que inscribimos nuestra cultura hasta hoy, cada innovación ha propiciado mayor circulación a la cultura pero, como documento, ha perdido en resistencia al paso del tiempo: desde las paredes de una caverna a la arcilla, el papiro, el papel, el celuloide, el vinilo, la cinta magnética, el soporte digital... todos son, contra lo que pueda parecer, más vulnerables que el anterior. Mejor dicho, menos capaces de transportar información a un futuro distante. Quizás un CD resista cien años, pero ¿quién dispondrá de un reproductor en veinticinco?

15 El censo norteamericano de 1880 todavía estaba siendo interpretado en 1887, lo que forzó a las autoridades a convocar un concurso para desarrollar un sistema que permitiese afrontar el censo de 1890 sin miedo al colapso. La máquina eléctrica tabuladora de Herman Hollerith ganó el concurso y supuso la iniciación institucional en la computación. Manejar grandes cantidades de información es ya una meta resuelta, el problema es hoy garantizar que esa información pueda ser consultada en el futuro. El censo norteamericano de 1960 se registró en cintas magnéticas que, en 1976, sólo podían leer dos reproductores en el mundo, uno en manos de un coleccionista japonés y otro expuesto como pieza de museo en la Smithsonian Institution. Hoy, apenas media docena de reproductores en el mundo pueden leer las cintas del caso Watergate.

16 La fragilidad que instaura nuestro modelo de progreso, que multiplica formatos por competitividad comercial y los deja obsoletos de inmediato por el mismo motivo, hace que especialistas como José Claudio Teixeira (www. arqvive. com) nos adviertan de un futuro posible en el que se disponga de más información del siglo XIX que de la segunda mitad del XX.

17 Durante la primera mitad del 2008 tuvo lugar en el International Center of Photography de Nueva York la exposición Archive Fever,en la que se revisaba el modo en el que el arte contemporáneo ha integrado, en su concepto, estructura o léxico visual, la cultura del archivo. La exposición abordaba fenómenos como la producción de la memoria (Boltanski, Feldman) y dejaba constancia del vértigo creado por los primeros y principales archivos gráficos: los policiales, militares y propios de toda represión (Lieberman). También se dejó constancia de la importancia que han adquirido las nuevas voces documentales, las de la pequeña historia que aportamos todos (Joreige).

18 Algunas de estas prácticas artísticas plantean problemas sobre la autoría, al basarse frecuentemente en la manipulación de imágenes y documentos ajenos (Levine). Quizás debamos plantearnos un nuevo contrato en el uso del material ajeno (canciones, segmentos cinematográficos, jingles...)que a menudo se cuela en nuestro imaginario y léxico de manera imperceptible y sobre el que resulta absurdo no poseer un cierto derecho de uso.

19 El hipertexto plantea un nuevo mapa educativo, en el que la información se busca por el alumno donde antes la impartía el profesor. Desde que George P. Landow planteó muchos de los problemas que esto supone (Hipertexto,1995), la red no ha hecho más que facilitar este proceso, creando vínculos y redes de información que desde cualquier punto procuran rutas de conocimiento zigzagueantes. Los hipermedios, en palabras de Philippe D. Duchastel, "no deben considerarse como herramientas de enseñanza sino como herramientas de aprendizaje". Seguimos, no obstante, boquiabiertos ante esta maravillosa caja de encuentros y documentos, sin reparar demasiado en la necesidad de aprender a aprender bajo las reglas del hipertexto.

14-I-09, Andrés Hispano, cultura/s/lavanguardia