(Rusia:) ŽLa libertad de palabra bajo amenazaŽ, Igor Pomerantsev

El 31 de agosto, en el aeropuerto de Ingushetia Magas aterrizó un avión en el que viajaba el entonces presidente de Ingushetia Murat Ziazikov. Entre los pasajeros del avión se encontraba también el dueño de la opositora página web Ingushetia. ru, el abogado y periodista Magomet Yevloyev. Durante el vuelo, según testigos, Ziazikov y Yevloyev se las tuvieron. Yevloyev fue detenido justo al bajar por la escalerilla del avión y llevado a un coche de la policía. De camino hacia Nazran, Yevlóyev recibió un disparo en la sien y su cadáver fue arrojado no lejos del hospital. La víspera, la redactora jefe de la web Ingushetia. ru, Roza Malsagova, había pedido asilo político en Francia.

En Ingushetia los disparos son frecuentes. Los cínicos consideran que se trata de una tradición nacional ingusha: dialogar por medio de pistolas y navajas. ¿Y cuáles son las tradiciones moscovitas? Cuando en el 2006, la periodista Anna Politkovskaya fue asesinada en el portal de su casa, el entonces presidente de Rusia, Vladimir Putin, declaró: "Su influencia política era insignificante dentro del país... Alas autoridades actuales el asesinato de Politkovskaya les ha causado más daño que las publicaciones de esta." Unas declaraciones que resulta hasta incómodo comentar.

En el año 2007, el International News Safety Institute publicó unas estadísticas según las cuales Rusia ocupaba el segundo lugar después de Iraq por el número de periodistas asesinados durante los últimos diez años. El Instituto daba la cifra: 88 periodistas. Se trataba de clamorosos asesinatos. Hechos que no necesitan de interpretaciones sutiles o de un profundo análisis.

Otra cosa son los canales de televisión nacionales. Éstos imitan la libertad de palabra, como las autoridades rusas la democracia. En los talk-show televisivos grabados de antemano y bien planchados por los redactores, o en las discusiones, el espectador se diría que ve y oye a personas que expresan diversas opiniones. Pero por lo general estas opiniones no tienen nada que ver con la política real ni están en condiciones de influir en las decisiones del poder. Por ejemplo, en estos talk-show un intrépido reaccionario puede persuadir a los espectadores de que todos los hombres ricos rusos son judíos y que los ricachones chupan todos los recursos naturales, que son propiedad del pueblo ruso. El liberal se enfrenta a este punto de vista y aporta nombres de gente rica con apellidos rusos. A los representantes de los partidos y movimientos de la oposición les está negado aparecer físicamente en las ondas, expulsados a la cuneta política. A veces en las pantallas aparece la misma disidente de siempre con muchos años de encierro en una clínica psiquiátrica; la mujer denuncia con pasión el régimen de Vladimir Putin y sus lacayos, pero sus argumentos son inocuos: el aspecto de la disidente resulta tan antipático que sólo puede coincidir con ella el espectador para el que las palabras son más importantes que las imágenes.

Pero personas así prefieren la radio o los periódicos.

¿Y qué puede ofrecer la radio?

El poder la soporta por cuanto la palabra sonora tiene menos seguidores que la imagen televisiva. La radio Eco de Moscú (Ejo Moskví)se escucha no sólo en la capital sino también en provincias. Eco es una radio única con una audiencia considerable. Yo incluso la llamaría radio-cabaret político. Ciertamente, los colaboradores e invitados de Eco pueden hablar con libertad. Pero entre estos invitados y los periodistas de la emisora a menudo se oyen a personas cuyas opiniones se han formado en la ideología del estalinismo o del nacional-socialismo a larusa.Aceptemos que se trata de una muestra de pluralismo democrático, pero Eco de Moscú emite para un país cuya población se ha educado durante decenios en el espíritu del odio social contra las clases enemigas,contra el liberalismo burgués y el podrido Occidente.No se trata de echar piedras sobre el tejado de Eco de Moscú. Se trata más bien de un diagnóstico sobre una sociedad que en su mayoría prefiere la política de un paternalismo de estado a una libertad real, y por ello carga con una responsabilidad no menor que el propio poder en lo que se refiere a la perdida de la libertad de palabra.

Y no obstante, las personas librepensadoras tienen en Rusia alguna válvula de escape: dos o tres periódicos moscovitas y una docena de publicaciones de internet. En ellos es posible expresarse a plena voz y apelar libremente a aquellos que comparten, eso sí, plenamente vuestras opiniones. Las publicaciones de internet, salvo raras excepciones, se han convertido en clubes de correligionarios. Pero también estos clubes caen cada vez más a menudo en las zonas de riesgo: a los analistas democráticos poco a poco los empiezan a catalogar como extremistas,a amenazarlos con llevarlos a los tribunales, y a los bloguers libres, si bien de manera formal, pero los condenan a la pérdida de su libertad.

Existe además otra área vulnerable en las actividades de los medios de información de masas: la televisión, la radio y la prensa de provincias. En el interior de Rusia, con los periodistas no se andan con paños calientes: les tapan la boca, les echan del trabajo, les dan palizas y, finalmente, los matan.

Los periodistas que logran defender en provincias los oasis de prensa libre son individuos de temple heroico y de una fantástica obstinación.

En Wikipedia aparece un artículo titulado La libertad de palabra en Rusia.En el artículo el lector se puede informar sobre la Constitución de Rusia que garantiza la libertad de expresión, sobre la penosa historia de la libertad de palabra en Rusia, sobre la persecución de los periodistas independientes, etcétera. Bajo el título del artículo aparece una nota que dice:

"Se propone denominar esta página LA CENSURA EN RUSIA".

Triste nota.

11-II-09, Igor Pomerantsev, cultura/s/lavanguardia