´Prefiero un realista a un mago´, Lluís Foix

El presidente Obama se llevó a bordo del Air Force One a unos cuantos columnistas el viernes pasado en su primera visita a Chicago tras tomar posesión de su cargo. Charla distendida, comentarios filosóficos y consideraciones sobre el momento histórico que le ha tocado vivir. No sé si entre discurso y discurso de su venerado Lincoln, Obama ha tenido tiempo de leer algún verso de Machado. Pero un mensaje que apareció en los primeros compases de la conversación con los columnistas es que reconoció que va aprendiendo mientras hace camino. Se refirió también a Roosevelt, que en los años 30 resumió sus medidas contra la depresión con la conocida frase "haremos lo que funcione".

El presidente estadounidense reconoció que está haciendo experimentos y que acertará en algunos y fracasará en otros.

En resumen, ni el presidente Obama tiene un diagnóstico aproximado sobre la crisis, y es consciente de que tiene que hacer experimentos por si alguno de ellos es la terapia adecuada para salir de la confusión que se ha apoderado de todos los gobiernos que promueven medidas con toda solemnidad pero sin saber si van en la buena dirección.

Soy un eterno optimista, dijo Obama, pero no soy bobo. La información acumulada por el equipo político y económico de la Casa Blanca debe de ser considerable. Y, a pesar de ello, el presidente reconoce que está dando palos de ciego. Hay que agradecérselo para que cada cual se agencie como sea un pararrayos, porque la tormenta está descargando con cifras adversas día a día.

Veo una diferencia sustancial entre la admisión de la incertidumbre de Obama y la seguridad que ofrecen muchos gobiernos europeos y muy especialmente el presidente Zapatero, que tampoco tiene diagnóstico pero actúa con la temeridad de quien corre con alegría hacia el precipicio. Los estadounidenses saben ya que la recuperación, que llegará, será dura y dejará a muchos ciudadanos en la cuneta.

Zapatero nos dice que nadie se quedará en la cuneta, dedicando más energía a evitar la crisis social que a proponer las medidas para hacerla más llevadera y, si es posible, para neutralizarla.

Mejor que se nos diga, campañas electorales al margen, que estamos en tiempos experimentales y que no hay diagnóstico y tampoco hay soluciones mágicas. Prefiero un realista a un mago.

17-II-09, Lluís Foix, lavanguardia