´Despidiendo´, Pedro Nueno

¿Despido libre? ¿Puede un europeo dudar de la respuesta? Me escapé desde Harvard a un centro comercial para ver de cerca al consumidor americano. Vi en Macy´s una dependienta con aspecto de haber superado los 75 años. Me acerqué. Me abordó sonriendo: "¿En qué le puedo ayudar?" Había allí unos perfumes y pensé: "Te vas a tener que rascar el bolsillo para investigar". "¿Esto es francés?", pregunté. "Sí, de París", me contestó con entusiasmo. "De acuerdo". "¿Se lo envuelvo para regalo?" A partir de ahí pude iniciar mi investigación. " Mi marido tuvo un cáncer; tuvimos que gastarnos lo que teníamos ahorrado para su pensión y la mía, luego se murió, y ahora he de trabajar para sobrevivir". He hecho esta investigación muchas de veces y el resultado siempre es parecido: un hijo tuvo un accidente, no tenía un seguro privado y tuvo que arreglarlo con su pensión; ella era viuda o soltera y se tuvo que gastar la pensión en una enfermedad seria; o el problema lo tuvo el marido. Esta señora tiene un empleo frágil, la pueden despedir en cualquier momento sin indemnizarla, gana una miseria, se nota que debe de llevar seis horas de pie y le duelen las rodillas, pero tiene que sonreír porque si no el supervisor la pondrá en la calle sin ningún coste. No lo hará por cruel sino porque a él, al supervisor, lo pueden poner en la calle sin ningún coste si su gente no sonríe. Este es el sistema americano. El primero en salir de las crisis a costa del sufrimiento de millones de personas. Yo quiero a América y hay mucho que aprender de ella, pero no cómo explotar a una viuda de 75 años.

En Europa lo resolvimos pasándonos por el otro lado. Se prejubilan a los 60 años y vivirán hasta los 120. Pensarán vivir de la sociedad y disfrutar de asistencia médica total durante 60 años. Eso no se aguanta, la gente tendrá que trabajar más años y quizás tomar algún seguro privado. Además tenemos abusos. El absentismo llega en alguna empresa al 10 por ciento. Hay gente, a veces familias enteras, que se ríen explicando cómo estafan a la sociedad haciéndose pasar por enfermos. Estafan con cómplices médicos que debieran ser expulsados de la profesión e internados junto con los anteriores en una cárcel de verdad. Estos criminales minan el sistema de protección europeo, que es ejemplar. La persona que pierde su trabajo y ve sus ilusiones amenazadas a pesar de haber trabajado bien, con interés y esfuerzo, sonriendo, no tiene la culpa de su problema y no sería justo dejarlo sin un apoyo. Que las empresas tengan una cierta barrera para cuidar la sostenibilidad del trabajo de sus colaboradores es razonable. Esto es el planteamiento humanista europeo basado en la prioridad de la persona y en las raíces cristianas que Europa aceptó hace muchos siglos y quizás no supo exportar a América. Pero ¿y el pequeño empresario proveedor del automóvil o de la construcción cuyo cliente no sabe cuándo abrirá la fábrica? ¿Y si además tiene un balance horrible porque le han apretado a muerte sus clientes? Ese empresario sufre horrores yno le ayudan los bancos, ni Crédito y Caución, ni nadie. Al margen de si tiene o no una estrategia viable, para las situaciones extremas de catástrofe nacional imprevisible, en Europa debería haber apoyo del Estado. Cuando se habla de esto en China, que ha de perfilar sus esquemas de protección social, se ve que no les gusta el sistema americano por inhumano, pero identifican los errores y los abusos que se dan en el europeo, en el que pagan justos por pecadores. En China, si despiden, pagan un mes por año hasta 10 años. Quizás el equilibrio nos llegue de Oriente.

22-II-09, Pedro Nueno, lavanguardia