´A más crisis, más Europa´, Lluís Foix

Las grietas del proteccionismo económico que aparecen en las paredes del edificio europeo pueden acabar en simas profundas si los gobiernos de la UE no son capaces de mantener los cuatro pilares que han constituido un éxito sin precedentes en las relaciones de los pueblos europeos.

Me refiero al libre movimiento de bienes, personas, servicios y capitales. Un descarrilamiento de alguna de estas cuatro libertades conquistadas en más de medio siglo en construcción tendría efectos muy negativos. Una Europa cuarteada de nuevo por fronteras ideológicas, militares, económicas y sociales sería la antesala de los enfrentamientos y guerras que nos han azotado atávicamente.

A más crisis, más Europa, más complicidades para afrontar juntos los presagios negros que aparecen en el horizonte. Sería lamentable que cada país intentara resolver en su espacio territorial concreto los problemas planteados por la fuerte crisis que nos rodea.

Al acercarse las elecciones europeas vamos a ver como la brecha que se ha abierto entre los desacuerdos de los políticos y el fácil entendimiento de los ciudadanos se agranda. Los políticos de todos los partidos dan la impresión de que cuando debaten sobre las instituciones europeas lo que pretenden por encima de todo es no perder ninguna parcela del poder que ejercen en el ámbito nacional.

Los ciudadanos, como señala Tzvetan Todorov, sobre todo cuando son jóvenes, cruzan las fronteras sin darse cuenta, pasan con gran facilidad de una capital a otra y les parece de lo más natural sentarse a la mesa entre una finlandesa y un griego, un danés y una austriaca. Los que hemos transitado por tantas fronteras y aduanas, pasaporte en mano, recorriendo naciones europeas desde Sicilia hasta Noruega, entrábamos en territorio ajeno y extraño. Ahora me siento en casa en Barcelona, Berlín, Milán, Vilna o cualquier rincón europeo.

Decía Javier Solana en su discurso al recibir el premio Carlomagno en Aquisgrán que "la construcción europea arranca con la voluntad de sellar la paz entre Alemania y Francia...". "Hemos sido capaces de abandonar el viejo y estéril concepto de basar nuestra seguridad en la debilidad del otro. Ahora sabemos que seremos fuertes y prósperos si nuestros vecinos lo son".

Europa está compuesta de viejas naciones que llevan siglos de historia a sus espaldas, con culturas diferentes, con lenguas distintas, con intereses dispares. La Europa de hoy no elimina estas singularidades, sino que las protege como lo hizo el imperio austrohúngaro hasta la Gran Guerra de 1914. Otra cosa es cómo se organizan estas divergencias. La Europa de hoy no irá nunca en contra de los pueblos y naciones en el interior de sus fronteras. La amenaza más peligrosa puede venir de la tentación proteccionista de los estados y no de los denostados burócratas de Bruselas.

12-III-09, Lluís Foix, lavanguardia