´Tomando altura´, Josep Vicent Boira

Joan Fuster elogió una vez a Ignacio Villalonga, patriota valenciano, político y empresario de alto copete, con una elocuente frase: fue algo así como la elástica ambición del azor, el vuelo de media altura desde el que se descubre la realidad completa y compleja, la justa distancia entre lo pedestre y lo estratosférico. El elogio era bueno porque la altura de vuelo de un azor no es fácil de alcanzar. En cambio, es fácil centrar la perspectiva de la política valenciana, en el asunto de los trajes de Camps o, desde la otra parte, en las facturas de Alejandro Soler, vicepresidente del PSPV-PSOE y alcalde de Elx.

La disyuntiva entre táctica y estrategia es un viejo dilema que jamás ha tenido sentido en Valencia. La estrategia valenciana ha sido una sucesión de tácticas que variaban su rumbo al dictado de los vientos que soplaban. Pero deberíamos reconocer que esta forma de comportarse no da más de sí. El fin de ciclo es evidente, tanto en el modelo económico como en la forma de hacer política. Ni la tela de la sociedad valenciana se acaba en los trajes de Camps, ni los problemas económicos del país se resumen en las facturas de Soler. ¿Tenemos derecho los ciudadanos valencianos a preguntarnos quién vela por nuestros intereses ante la que se avecina? A Camps se le debe pedir que gobierne, que tome medidas para impulsar la economía, para ordenar el territorio, para conectarnos con Europa, que aporte seriedad y confianza a su acción de gobierno y que coordine el trabajo de sus consellers, algunos muy, pero que muy apagados. Y a la oposición se le debe demandar que sugiera elementos de reflexión, que haga crítica constructiva y que ofrezca campos de pactos sinceros en ámbitos estratégicos. La presencia de Camps (PP) y de Alarte (PSPV) en Murcia sosteniendo una misma pancarta a favor del trasvase Tajo-Segura es más importante de lo que parece, pues muestra que hay vida política más allá de las facturas, las telas e incluso los repetidores de TV3. Cuando Enric Morera, líder del Bloc Nacionalista Valencià (BNV), une su fuerza política a la demanda del PP de un potente corredor mediterráneo está poniendo por encima de su táctica partidista - ¿en qué estaría pensando el PSPV?-la realidad de un país que necesita esa infraestructura para exportar, estudiar y hacer negocios en el centro de Europa. Pero estas posiciones son poco comprendidas en un país en el que prima la alineación (y la alienación) partidista, la plena asunción del dogma, de izquierdas o de derechas.

Si esto nos lo enseña la historia, la geografía nos muestra la importancia de la elección de la escala del mapa que guía tu ruta. A escala 1/ 1.000, la perspectiva no existe, la profundidad de campo desaparece y sólo se aprecia el rudo color de la mancha, el grosor de la basta línea. A escala 1/ 100.000, el detalle se esfuma y el matiz se evapora. Al final, la observación de la realidad depende de la escala que tomemos en nuestro análisis. Los valencianos necesitamos tomar altura. Más altura. No sería la primera vez que un país se asfixia entre telas demasiado gruesas o pierde el norte entre facturas sin clasificar.

22-III-09, Josep Vicent Boira, lavanguardia