´La agenda política´, Mŕrius Carol

A Zapatero le fue bien poner a la Iglesia de los nervios y retirar tropas españolas en la primera legislatura, cuando la Cope bramaba y la guerra de Iraq sacaba la ciudadanía a la calle, y se diría que ha decidido regresar a los orígenes dando preferencia en la agenda política a la ley de plazos del aborto, que ha hecho que la Conferencia Episcopal regrese a la trinchera y a la retirada de los militares de Kosovo, lo que descoloca a los socios atlantistas. Pero es indudable que en cinco años el país ha cambiado y las prioridades son otras. El personal anda preocupado por lo mal que va la economía, la falta de crédito de los bancos y el incremento dramático de las cifras del paro. Suena pues a ocurrencia darle sus cinco minutos de popularidad a la ministra de Igualdad y enviar a la ministra Chacón a Istok para hacer volver a las tropas. No son tiempos para cortinas de humo que irritan las mucosas. Y los ánimos.

Además, adoptar la retirada dos semanas antes de que Barack Obama visite Europa para coordinar estrategias políticas y económicas a las dos orillas del Atlántico suena a despropósito monumental. ¿A qué vienen estas prisas cuando el presidente de Estados Unidos busca reconducir la falta de sintonía que ha existido entre España y la Administración Bush en los últimos cuatro años? El editorial de este diario recordaba ayer que entre las cancillerías europeas empieza a circular la frase de que "España siempre se va". La política exterior no es algo que se improvise en función de impulsos o de encuestas. Que de una tacada se hayan quedado fuera de juego el Pentágono, la Alianza Atlántica e incluso el Ministerio de Exteriores debe tener su mérito pero es un disparate. El propio Javier Solana, sin duda nuestro político más prestigiado, mostró su desconcierto por la medida. El Departamento de Estado ha sido rotundo al hablar de "profunda decepción" por romper con el principio de que "juntos entramos y juntos salimos" que establecieron los países de la OTAN en Kosovo. La decisión tiene tan poco sentido como que en un primer momento se hiciera creer que era una determinación de la ministra Chacón, cuando sólo puede haber sido una instrucción del presidente.

Fernando Schwartz escribió un anecdotario de la diplomacia en que contaba que el escritor Edgar Neville resumió el triste sino del diplomático cuando con ironía escribió a su superior el siguiente telegrama: "Sin instrucciones concretas, sin idea de la misión que debo realizar y sin estar muy seguro de cómo llegaré a un lugar cuya localización geográfica desconozco, parto hacia Tegucigalpa donde quedaré como siempre a las órdenes de vuecencia". No llegó a ir, pues fue fulminantemente destituido. La diplomacia ha evolucionado desde aquellos días, pero viendo algunas meteduras de pata, puede pensarse que en algunos países no tanto. O no siempre.

25-III-09, Màrius Carol, lavanguardia