´Anna tiene miedo´, Joaquim Roglan

Cuatro supuestos estudiantes que viven del contribuyente cerraron las puertas de la facultad de Historia e impidieron entrar a alumnos y profesores que ven cómo se dilapida un curso con o sin Bolonia. En un rincón del patio, los partidarios de estudiar organizaban clases clandestinas con profesores. Saben que una clase perdida no se recupera jamás, cosa que no pasa con las huelgas en otros sectores. Uno de los líderes de la ocupación era un ciudadano extracomunitario, mayor de treinta años, que según sus compañeros de curso "nunca ha aprobado una asignatura". Con Bolonia vigente, nadie podrá pasarse la vida simulando que estudia, ya que hay un límite de cursos suspendidos. Los corrillos, de lo más variopinto.

Por una puerta trasera, un profesor dejaba colarse a sus alumnos. "Dicen que habrá un aprobado general y que las evaluaciones continuadas se cambiarán por un examen de trámite", contaban a quien quisiera escucharles. Esa evaluación intentaba acabar con los exámenes arcaicos e inútiles. Los padres de esos alumnos aún recuerdan los aprobados generales políticos del tardofranquismo y aquellos anuncios en la prensa que decían: "Se busca licenciado en... Promociones de tal año a tal año, abstenerse". Con el plan Bolonia, universidad y empresa irán de la mano.

La estudiante Anna Punsoda escribió en su blog: "Catedráticos codiciosos de la arenga que proclaman desde hace treinta años sin variar ni una triste broma y que quieren conservar el discurso excéntrico y el examen tipo test, profesores ansiosos de rejuvenecerse entre carreras y cuerpos de doncellas, gandules que se venderían la manta para prolongar la fiesta un curso entero, canallas que no saben cómo deshacerse del resentimiento que arrastran contra su gandulería o contra su falta de talento, nostálgicos que añoran a los grises de los azotes paternos y quieren revivir en nuestra época. Y buena gente, que la hay y quedó impresionada viendo cómo unos Mosssos ebrios de fuerza la emprendían contra unos y otros indiscriminadamente. Entre este baile de gente, resulta difícil posicionarse".

Ayer amenazaron a Anna, la insultaron y la llamaron "autoritaria y autoritarista". Hoy tiene miedo.

26-III-09, Joaquim Roglan, lavanguardia