asalto talibán a academia policial

La osadía terrorista en Pakistán dio ayer una nueva vuelta de tuerca al asaltar una academia de policía. Tras ocho horas de asedio, comandos especiales del ejército consiguieron reducir a los atrincherados.Según el Ministerio del Interior, hubo ocho cadetes muertos y 90 heridos, cuatro terroristas murieron - al parecer, al volarse con bombas para no ser detenidos-y, de manera inédita en Pakistán, al parecer al menos uno (el ministerio dijo que tres) fue arrestado, lo que permitirá aclarar la autoría del atentado...

Por lo menos un grupo de cuatro terroristas se había apeado de una furgoneta blanca, según testigos, vestidos al modo tradicional pakistaní. No obstante, otras versiones (en Pakistán hay versiones variadas y contrapuestas sobre todas las cosas) apuntan a que otro grupo iba vestido con uniforme de policía y había estado refugiado en una mezquita cercana. Todos ellos llevaban mochilas, cargadas de armas y municiones, igual que los terroristas de Bombay, en noviembre, o los que atacaron al equipo de cricket de Sri Lanka, también en Lahore, el pasado 3 de marzo.

Si creemos la cifra oficial de muertos, su intento de causar tantas bajas como les fue posible fue un fracaso en toda regla. En medio del caos, un número indeterminado de terroristas aprovechó para huir del recinto. Al menos uno fue capturado. Dicho terrorista resultó ser un pastún afgano, lo que lo distingue de los terroristas punyabíes de Bombay, y permite aventurar la conexión talibán. El ministro del Interior, Rehman Malik, dijo que se trataría de talibanes leales al cabecilla pakistaní Baitulah Mehsud procedentes de la región tribal del Waziristán Sur.

Aunque en un primer momento se había especulado con que se tratara de un secuestro para lograr la libertad de miembros prominentes de los grupos terroristas Lashkar-e-Taiba (al que India responsabiliza del asalto terrorista a Bombay) o Jaish-e-Mohammed, no hay ninguna certeza de que hubiera demandas de ningún tipo o de que el grupo - al que la presión del ejército forzó a ir subiendo de planta en planta del edificio-mantuviera rehenes. Luego arreció el intercambio de tiros en el último refugio donde se encontraban acorralados los supuestos yihadistas, que habrían terminado optando por el suicidio.

Mientras, en Lahore se preguntan quién está a salvo ante un tipo de terroristas que no duda en introducirse en una academia de policía. Lahore es la capital cultural de Pakistán y su segunda mayor ciudad; también la menos conservadora. La relativamente pacífica capital del Punyab ve con preocupación cómo la violencia política se adueña de ella y cómo cada vez más punyabíes son captados por el yihadismo, que anteriormente se nutría básicamente de pastunes, con Afganistán como objetivo.

La ciudad aún no se ha repuesto del atentado fallido contra el equipo de cricket de Sri Lanka, en el que murieron ocho policías. Tampoco de las imágenes de televisión que mostraban cómo varios de aquellos terroristas (una decena) huían a pie y sin prisas, tras aguantar veinte minutos de tiroteo. Ninguno de ellos ha sido detenido. Pero a raíz de aquel incidente, India ha decidido que su liga nacional de cricket, en este año electoral, se jugará fuera de sus fronteras, en Sudáfrica.

A pesar de todo, esta matanza en un recinto de las fuerzas de seguridad queda empequeñecida por la que se vivió el mes pasado en los cuarteles de Dacca (Bangladesh), cuando 70 oficiales del ejército fueron asesinados por soldados amotinados, en lo que se interpretó como un mensaje de los partidos religiosos al nuevo Gobierno proindio.

Precisamente ayer debía haber vuelto la normalidad política al Punyab, después de que el gobernador de la provincia - nombrado por el presidente-devolviera el poder a la asamblea provincial. En una nueva consecuencia del pulso ganado hace dos semanas por el partido de Nawaz Sharif -mayoritario en la provincia- al partido de Asif Ali Zardari, mayoritario en el resto del país.

31-III-09, J.J. Baños, lavanguardia