´Sin tetas no hay paraíso´, Cristina Sánchez Miret

Hannah Montana es muy famosa ya sin necesidad de estrenar una película. Es el ídolo de muchos adolescentes y de proyectos de adolescentes que están colgados de su serie y de sus canciones. Tiene 16 años y es actriz y cantante; es guapa, tiene éxito, tiene dinero, tiene una familia... Lo tiene todo. O eso parecía, porque si es cierto lo que he leído, recibe ciertas presiones para cambiar su físico. Para algunos - léase la industria cinematográfica y discográfica-,no está suficientemente delgada y no tiene suficiente pecho, ahora que ya ha crecido. Sin tetas no hay paraíso es una serie de televisión que nunca he visto - creo que precisamente por el título-,a la que robo el nombre por lo irónico que resulta aplicado a este caso; aunque, por suerte, la actriz ha declarado que no piensa hacer nada a su anatomía. El pecho de la mujer es un símbolo muy importante de nuestra cultura y por ello provoca atención, atracción y controversia en sentidos muy diversos, pero lo más curioso es lo que nos llega a incomodar - colectivamente hablando-su desnudez cuando no se usa como reclamo sexual. El pecho de Janet Jackson hizo cambiar una manera de retransmitir los actos en directo, una madre amamantando en Facebook desencadenó una prohibición y un revuelo considerable y contribuyó a destapar lo tradicionales que seguimos siendo aun cuando nos pasamos a formatos modernos. Ambos no debieran catalogarse como incidentes, que es en lo que se acabaron convirtiendo estos casos, si fuéramos capaces de normalizar nuestra apreciación de esta parte del cuerpo de las mujeres, puesto que con el de los hombres no hay problema.

El pecho femenino, especialmente el pezón - el problema en ambos casos-,es un símbolo de poder muy importante porque manifiesta la capacidad de las mujeres de sustentar la vida, y, de ahí, su condena al ostracismo a no ser que se use meramente como símbolo erótico. Sin teta creo que el paraíso de los niños es menor, y también el de las madres. A pesar de que no estoy en contra de ese paraíso de plástico llamado biberón, creo firmemente que sin la reivindicación de nuestro propio pecho - no del que quieren los demás, especialmente los hombres-nos alejamos todas del paraíso, si es que entendemos como tal la ausencia de sexismo.

5-IV-09, Cristina Sánchez Miret, socióloga, lavanguardia