´Esto no es de creer´, Consuelo Sánchez-Vicente

En el PSOE, ahora toca ser pro EE. UU. hasta aburrir, con la fe del converso. En respuesta a las dudas expresadas por el ministro de Hacienda de Brasil sobre la pertinencia de la presencia española en la próxima cumbre del G-20, que tendrá lugar en mayo en Nueva York, la nueva vicepresidenta económica, Elena Salgado, ha respondido que "la fuerza de los datos, la fuerza de países que pertenecen al G-20 y quieren que España esté en el G-20, y las excelentes relaciones que tenemos en estos momentos con Estados Unidos" justifican esa asistencia, y que "seguro que estaremos". Y en el vídeo socialista de las elecciones europeas insinúan que Obama acaba de apuntarse al PSOE - si no pudiste votar entonces ahora el partido se juega aquí-y que el PP es igual a Bush, en concurrencia con la incomprensible foto que se ha dejado hacer en la prensa del domingo el ex presidente Aznar con su labrador negro Sam, tan noble el perro y tan fiero el hombre que no sabes cuál de los dos proyecta mejor la imagen del famoso doberman del PP (¿tendrá asesor de imagen Aznar?, pregunto, para no contratarlo, claro...).

La cuestión es, y si "en estos momentos" no tuviéramos unas relaciones "excelentes" con Estados Unidos, ¿tendríamos derecho a una silla en el G-20, o no? Y la respuesta es que no, que por méritos propios no podríamos acudir porque no pertenecemos a ese club. Una cosa es que nos las hayamos ingeniado para ser invitados a las últimas cumbres por lo extraordinario de la crisis que estamos atravesando y la ofensiva diplomática que desplegaron el ex vicepresidente Solbes y el ministro de Exteriores Moratinos, y otra que reunamos los requisitos. "La fuerza de los datos" a la que alude la vicepresidenta Salgado sería la credencial adecuada, pero, ni somos una de las primeras economías del mundo, ni una de las emergentes significativas, ni una potencia militar que tener en cuenta. Estuvimos como invitados y ahora no es segura nuestra continuidad, simplemente.

Con más de cuatro millones de parados, esta obsesión de Zapatero por la política de fotos ofende. Y asusta. Yo creo que no se puede ser más frívolo, ni más cursi, ni más cateto. De Obama a Bruni, ¡qué forma de hacer el ridículo!

28-IV-09, Consuelo Sánchez-Vicente, lavanguardia