´Caracoleo talibán´, Valentín Popescu

Las aparentemente erráticas idas y venidas de los talibanes (los llamados "turbantes negros") por el Pakistán noroccidental son incongruentes si se las contempla solamente en un marco territorial. Un análisis más amplio revela una doble lógica: una económica local y una meramente militar.

En un primer momento sorprendió que los guerrilleros islamistas, que llegaron a estar a menos de cien kilómetros de Islamabad, la capital pakistaní, al invadir la región de Buner sin mayor oposición, no prosiguieran su avance hacia el este y regresasen mansamente a sus bases del valle de Swat. La debilidad política del presidente Asif Ali Zardari, las escisiones internas del ejército y la presión antioccidental del mundo musulmán incitaban a la ocupación de Islamabad.

Pero la realidad es otra. Militarmente, los talibanes cuentan con guerrillas que solamente son temibles cuando operan en territorio propio y cuentan con el apoyo incondicional de la población local. Para una guerra de conquista, con operaciones convencionales, los efectivos guerrilleros actuales son totalmente insuficientes. Insuficientes para enfrentarse al ejército pakistaní y mucho más si este recibe ayuda material, estratégica y humana de Estados Unidos. Una ocupación de Islamabad habría disparado todas las señales de alarma en Washington y generado una respuesta norteamericana contundente.

Tampoco el apoyo que vienen recibiendo los talibanes de los servicios secretos - en especial del militar-pakistaníes estaría garantizado en el caso de una guerrilla que pasase de Afganistán y la frontera occidental pakistaní para transformarse en una invasión masiva de Pakistán con aires de guerra civil.

Por otro lado, el apoyo local a los talibanes y a la implantación de un gobierno por la sharia ha sido muy calculado por los jefes tribales de la zona. Sharia y talibán significan una autonomía política y económica muy grande frente a Islamabad. Pero siempre y cuando este triángulo de fuerzas - tribus, guerrilla, Gobierno central-se mantenga en equilibrio.

Es evidente que una guerra a gran escala entre ejército regular y guerrilleros no sólo habría triturado a las tribus, sino que habría trastocado toda la estructura económica de estas tribus que han sabido hacer una fuente de ingresos tanto de su apoyo a los talibanes como del contrabando, el tráfico de drogas y el regateo político con el Gobierno pakistaní. Esta es una perspectiva evidente para los dirigentes tribales y así lo han entendido también los "turbantes negros".

El que los guerrilleros hayan entrado tan rápidamente en razón, en razones políticas, no se debe solamente a la lógica. Como sucede siempre en los territorios atrasados o en vías de desarrollo, los lazos familiares y los afectos personales son tan importantes como las armas.

Y en el mundo afgano-talibán-pakistaní estos vínculos personales son muchos y muy intrincados. Así, en Malakán, región vecina de Buner, el poder lo tienen la guerrilla TSNM (Movimiento para la Implantación del Derecho Islámico), que dirige Maulana Fazullah, aliado del poderoso líder talibán Baitullah Meshud. Este es yerno del más que influyente dirigente religioso Sufi Mohamed, fundador en 1992 del TSNM. A Sufi y a Fazullah les interesa la implantación del gobierno por la sharia,pero les inquietaba grandemente un alarde de poderío talibán en sus inmediaciones. Así que, a la tradicional manera tribal, suegro, yerno y aliado han dejado de lado ambiciones y orgullos para salvar la armonía familiar... y los intereses económicos de todo el mundo, claro.

1-V-09, Valentín Popescu, lavanguardia