´Los encuentros de Milan Kundera´, Monika Zgustová

Milan Kundera
Un encuentro / Una trobada
Traducción al castellano de Beatriz de Moura
y al catalán de Xavier Lloberas
TUSQUETS
216/208 pgs
15 euros

Milan Kundera nació en 1929, hijo de un músico. En los años 60 se dio a conocer en su Checoslovaquia natal con un libro de relatos, Amores ridículos,y la novela La broma.Tras la invasión soviética de 1968 las autoridades comunistas le prohibieron publicar. A mediados de los 70 se exilia en Francia y publica La despedida y La vida está en otra parte.Y, en los 80, El libro de la risa y el olvido y La insoportable levedad del ser,novelas que abrieron los ojos a los occidentales sobre la verdadera naturaleza del comunismo. En sus novelas más recientes, La inmortalidad,La lentitud,La identidad y La ignorancia,analiza distintos fenómenos filosóficos y sociales con su característico humor. Ha escrito una obra de teatro, Jacques y su amo,en homenaje a Diderot. Kundera no ha dejado nunca de escribir ensayo, que complementa sus novelas de ideas: El arte de la novela,Los testamentos traicionados,El telón y el texto que reseñamos, Un encuentro,le han convertido en uno de los ensayistas más prominentes y seguidos del mundo.

Desde las primeras páginas del nuevo libro de ensayos de Milan Kundera (1929), Un encuentro,descubro la absoluta libertad desde la que el autor escribe, libre de cualquier imposición, fe o ideología, sin concesiones a nada ni a nadie, desilusionado de todo excepto de los creadores en los que encuentra algo que compartir. Es la libertad que Kundera viene reivindicando desde hace tiempo para el novelista y el escritor en general, la libertad del que ha vivido suficiente como para desenmascarar todas las trampas que le ha tocado vivir. Kundera ha tenido demasiados encontronazos con la Historia como para creer aún en algo ajeno al individuo: primero vivió el brusco despertar de su obnubilación con el comunismo, después la desesperación tras la invasión soviética de Checoslovaquia, que le llevó al exilio y al cambio de lengua literaria, del checo al francés; y, tras el deslumbrante éxito de sus novelas, a sus casi 80 años tuvo que soportar una calumniadora campaña contra su persona, lanzada desde Praga y vociferada frívolamente por la prensa del mundo entero. Esas experiencias, que discretamente deja entrever en Un encuentro,hacen de él un pensador libre que defiende al hombre y su camino hacia la independencia interior y la ilustración.

¿Por qué este título? Porque para hablar de lo que íntimamente le interesa, Kundera convoca en sus páginas a los creadores a los que siente más cercanos. Así desfilan por el libro pintores como Francis Bacon, novelistas como Juan Goytisolo, Céline, Philip Roth, Carlos Fuentes, García Márquez o Curzio Malaparte, o músicos como Stravinski, Xenakis o Janácek, referente insoslayable en todos los libros de ensayo de Kundera. En estos encuentros, Kundera aborda los grandes temas que le ocupan al final de su vida: la identidad y el exilio, la falsedad y la traición, la memoria y el olvido, los vivos y los muertos. Siempre desde la peripecia del individuo, el único que para Kundera tiene valor, el hombre ínfimo ante la historia y sus poderes, ante las limitadoras identidades colectivas, ante las religiones y las ideologías.

El exilio como invitación a la libertad

 
Desde que se exilió en París, Kundera ha dedicado más de un ensayo, a menudo incorporado asus novelas, al tema del extranjero, ese ser que parece siempre venir del más allá. En el presente libro el autor evoca a la poeta checa Vera Linhartova que habla del exilio como de una vivencia liberadora. Y se pregunta si Linhartova, escribiendo en francés, es aún una escritora checa. No, contesta. ¿Se ha convertido en una escritora francesa? Tampoco. Linhartova - y Kundera-está más allá de las identidades. Como Chopin, Nabokov, Beckett, Stravinski o Gombrowicz. De hecho cada cual experimenta el exilio a su manera inimitable; y para el escritor al que no ata nada, la elección de la lengua en la que escribir es una muestra irreductible de libertad. Anteriormente Kundera dedicó al tema del extranjero capítulos de sus novelas La insoportable levedad del ser y El libro de la risa y el olvido,y una novela entera: La ignorancia.

Si los exiliados hacen suyo el país de adopción, ¿quién es extranjero? Lo es Oscar Milosz, ese poeta lituano en lengua francesa, cuyos versos deslumbran a Kundera pero a quien un defensor de lo identitario, en este caso André Gide, le excluyó de su antología de la poesía francesa diciendo que "su poesía no es francesa". Según Kundera, Milosz representa "la intocable soledad de un extranjero".

La soledad de los olvidados

 
Francia ha permitido que no sólo Milosz, sino también Anatole France, uno de sus grandes clásicos, cayera primero en desgracia y luego en el olvido por razones ajenas a su valor literario. Kundera cuenta que poco después de su llegada a Francia, en una reunión mencionó el nombre de France y acto seguido el escritor rumano Cioran se inclinó hacia él para susurrarle: "¡No pronuncie jamás aquí este nombre en voz alta si no quiere convertirse en la comidilla de la burla general!" ¿Por qué? Pues porque en un país que se enorgullece de su revolución, un escritor que la analiza críticamente es digno de menosprecio. Kundera demuestra que al propio Cioran en Francia, su país de adopción, los intelectuales le pusieron en la lista negra por culpa de sus flirteos juveniles con el fascismo rumano.

Para Kundera la desmemoria es un mal, pero la memoria utilizada como arma de castigo, convertida en mítica transparencia obligada, resulta igualmente dañina, pues aboca a una generalizada indiscreción. Otro tema hecho novela, esta vez en La inmortalidad.

El brillo blanco de la sonrisa americana

En las últimas páginas, Kundera analiza la novela La piel de Malaparte. Su tema es Europa, sometida primero por el nazismo, luego liberada - liberada y ocupada-por EE. UU. y la URSS. La Europa que había considerado su cultura como modelo para el mundo, tras su liberación, empieza a sentirse pequeña ante una América luminosa y omnipresente. Ese cambio en la propia percepción de los europeos, el europeo cansado y escéptico, vencido y culpabilizado que se dejó cegar por el brillo blanco y virtuoso de la sonrisa americana, interesa tanto a Malaparte como a Kundera.

Tras la guerra ya no se combate por el futuro sino por el pasado: cuando los comunistas italianos fusilan a los jóvenes fascistas o cuando los americanos tiran bombas de fósforo sobre Hamburgo, la batalla se ha trasladado al campo de la memoria.Kundera dice que hoy ya sabemos que "cuanto más se alejaba Europa del final de la guerra, más proclamaba como un deber moral convertir los crímenes pasados en inolvidables. Y a medida que pasaba el tiempo, los tribunales castigaban a personas cada vez más viejas, regimientos de denunciantes invadían la maleza de lo olvidado y el campo de batalla se alargaba hasta los cementerios". Hace unos meses, Kundera mismo fue víctima de semejante pelotón.

Si Kundera comienza su libro hablando de los vivos, de su escasa originalidad y su patético parecido físico a los retratos de Bacon, Un encuentro concluye con una reflexión sobre los muertos. En comparación con los vivos, los muertos tienen una absoluta superioridad numérica: "Seguros de su superioridad, se burlan de nosotros, se burlan de esa pequeña isla de tiempo en la que vivimos, de ese minúsculo tiempo de la nueva Europa la cual nos muestran en toda su insignificancia, toda su fugacidad."

Al terminar Un encuentro constato que Kundera, ni francés ni checo, es uno de los mejores ensayistas actuales y que este es su libro de ensayos más bello y más lúcido, más mimado y personal.

13-V-09, Monika Zgustová, culturas/lavanguardia