´A Dio piacendo torniamo subito dopo la pubblicitŕ´, Quim Monzó

Hace unas semanas, el Gobierno anunció que a partir de septiembre suprimirá la publicidad en TVE. Para compensar la pérdida de ingresos, TVE tendrá diferentes vías de financiación. Una: las teles privadas deberán darle un tanto por ciento de sus ingresos. Dos: también las operadoras de telecomunicaciones (Vodafone, Telefónica, Ono...) deberán contribuir. Tres: se beneficiará de la tasa que los operadores pagan por usar el espacio radioeléctrico. Y cuatro: el Estado le dará unos cuantos centenares de millones. Las privadas han aceptado la disposición pero no de buena gana. No les gusta la nueva tasa, pero a cambio sacarán dinero de los anuncios que TVE deje de emitir y pasen a emitir ellas. A las operadoras de telecomunicaciones les gusta aún menos, porque tienen poco que ver con la tele, motivo por el que, para mostrar su enfado y pasar el muerto a los usuarios, cargarán el tanto por ciento en las facturas de estos, dejando bien claro que es para mantener a TVE.

Luego vienen los daños colaterales. Al ver que TVE deja de financiarse con publicidad, pudiera ser que las autoridades que en la Unión Europea dictaminan sobre la competencia reactivasen su voluntad de que las teles que dependen de los gobiernos autonómicos hagan lo mismo. Siempre al quite, la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, dice que, si se les restringe la publicidad, el Gobierno central debería permitir a las autonomías privatizar las teles públicas, porque, si no, no va a haber dinero para financiarlas. No es difícil deducir que, en TV3, de la supresión de publicidad no deben querer ni oír hablar.

Y, justo en este momento en que en esta península los medios de comunicación públicos se plantean todo eso (y TVE da el primer paso), en la península de al lado el Estado vaticano decide dar el paso inverso. Los gastos de Radio Vaticano son cada vez más elevados, y la publicidad les puede salvar. Hasta ahora no tenía, pero el próximo 6 de julio emitirá el primer anuncio. Al existir sólo un Centro Televisivo Vaticano (que no funciona como una tele convencional), Radio Vaticano es el medio público equivalente a los que aquí o bien debaten si suprimir publicidad o bien empiezan ya a hacerlo. Mientras unos vuelven, otros van. De momento, sabemos de qué será el primer anuncio vaticano: de la empresa eléctrica italiana Enel, una de las protagonistas de aquel culebrón económico de hace unos años, cuando a la patriotiquísima España se le pusieron los pelos de punta ante la posibilidad de que Gas Natural se quedase con Endesa. Tras ese primer anuncio, una agencia controlará todos los que le sigan, para asegurarse de que cumplen con la moral católica, no sea que por un despiste tonto se les cuele por ejemplo uno de preservativos, Dios no lo quiera.

2-VI-09, Quim Monzó, lavanguardia