crecen las agresiones a gitanos en toda Europa

Es el plan retorno más desesperado de todos. Volvieron a casa la veintena de familias rumano-gitanas afincadas en Irlanda del Norte desde hace un año, tras casi dos semanas de huida y persecución. Primero, de los edificios donde vivían hacinados en el centro de Belfast, rodeadas día tras día durante una semana por turbas de jóvenes que les arrojaban botellas y ladrillos. Luego, de la iglesia Belfast City Church, refugio muy precario, cuyas ventanas finalmente saltaron también. El centro de ocio Ozone tampoco resultó suficientemente blindado y fueron trasportados bajo protección policial a un lugar secreto en el sur de la ciudad como si se tratase de soplones del IRA. 

Los racistas señalaron a los niños (entre ellos un bebé de cinco días) "e hicieron el gesto de degollamiento con el dedo en el cuello", dijo un padre. Ni la policía de Ulster, curtida en la guerra, pudo protegerlos.

Las familias abandonaron Belfast rumbo a Bucarest. "Queremos ir a casa porque aquí no estamos a salvo", dijo una de las madres. Pero Rumanía - al igual que otros países del Este-no es ni mucho menos una casa segura para sus dos millones de ciudadanos gitanos. Hace unos meses, una turba de jóvenes rumanos atacó un barrio de casas bajas en Bucarest gritando: "¡Muerte a los gitanos!". El 31 de mayo, en Harghita, una zona de mayoría húngara en el centro de Rumanía, otra turba racista atacó un pueblo gitano. "Rompieron ventanas y puertas, mataron a los perros", explica Marian Mandache, de la ONG Romani Criss en Bucarest.

Por eso, según fuentes de la ONG norirlandesa Consejo para Minorías Étnicas, no se divulgará el destino de las veinte familias "por motivos de seguridad".

"Vete a saber si van a estar peor en Rumanía que aquí", dice Trish Morgan, del Belfast City Church.

Hay lugares peores que Rumanía para gitanos en busca de refugio. En Hungría, los paramilitares neonazis de Garda Magiar han fusionado Nuremberg y Misisipi con una serie de asesinatos en poblaciones gitanas. En la República Checa, el Gobierno manda a niños gitanos a escuelas para incapacitados mentales y cientos de gitanos checos han solicitado asilo político en Canadá. En Italia - donde Silvio Berlusconi insiste en calificarlos como nómadas pese al deseo de todos los gitanos de tener una vivienda permanente-,leyes draconianas han forzado hasta a los niños a dar las huellas dactilares mientras se construyen 700 campamentos en las afueras de varias grandes ciudades.

Europa occidental empieza a parecerse al Este, dice Mandache. "El racismo contra los gitanos había sido más brutal en el Este pero desde lo que ocurrió en Italia en el 2007, Occidente se suma a la tendencia a la violencia", señala. Las medidas italianas fueron calificadas de desproporcionadas por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Pero la Comisión Europea (CE) "es tan culpable como el gobierno italiano porque jamás condenó lo que se hizo en Italia", añade Mandache.

La situación de los gitanos -un pueblo de unos ocho millones de integrantes en Europa que jamás ha tenido estado- no ha mejorado al este del Danubio desde la caída del comunismo. La adopción de la economía de mercado desató una fuga blanca desde barrios y escuelas de gitanos en Budapest agravando la segregación en viviendas y enseñanza.

Las tasas de pobreza rebasan el 50% en las poblaciones gitanas en Hungría, Rumanía y Bulgaria y el desempleo puede llegar al 80%. Viven en guetos y sus niños fracasan en escuelas en las que sólo se ven gitanos, una espiral viciosa de previsibles resultados. En Hungría, el 40% de los niños acuden a clases en las que sólo hay gitanos. "La transición a la economía de mercado ha sacado a la luz el instinto depredador de los checos", dice Gwen Albert, directora de la Liga de Derechos Humanos en Praga.

Este instinto se encarna en los grupos de ultraderecha que han rentabilizado un discurso antigitano. El partido húngaro Jobbik, brazo político de facto de Garda Magiar, arremete contra una "epidemia de delincuencia gitana" pese a que, según Janos Zolnay, sociólogo húngaro, "no hay dato que apoye la tesis de que que cometan más delitos que antes". Jobbik tiene dos eurodiputados y los neonazis checos cuentan ya con una oficina pagada por la CE.


Garda Magyar

Los incidentes de violencia antigitana crecen como la espuma. En Hungría, presuntos simpatizantes de Garda Magiar han adoptado los métodos del Ku Klux Klan, prendiendo fuego a casas gitanas con cócteles molotov y disparando a quienes salen de las llamas. En la República Checa, la vivienda de una familia fue atacada en abril y una niña sufrió graves quemaduras. Mujeres gitanas en la República Checa, Eslovaquia y Hungría denuncian que han sido esterilizadas sin su consentimiento, algunas después de la caída del comunismo, según un informe del Centro Europeo por los Derechos de Roma (ERRC) en Budapest. Ni los muertos se respetan. "Han construido una granja industrial de cerdos en lo que era el punto de recogida de gitanos antes de mandarlos a Auschwitz", cuenta Albert. Medio millón de gitanos murieron en los campos nazis.

Crece la preocupación por que el retorno de Belfast siente precedentes. Para entender por qué, basta ver las webs de la ultraderecha que anunciaron con un "misión cumplida" la noticia del regreso. Las autoridades de Belfast y Londres "han sentado un precedente muy malo", dice Rob Kushen, director del ERRC . "Tienes que preguntar si ha sido voluntaria la decisión de regresar - añade-. Quizás las familias sentían que las condiciones eran tan hostiles que no les quedaba más remedio que marcharse".

...el racismo antigitano no es monopolio de los paramilitares de Magiar Guarda. Hungría - quizás toda Europa del Este-parece sufrir una esquizofrenia colectiva en su relación con los gitanos, fuente de casi todas las señas de identidad musical del país. A finales del siglo XIX, 17.000 de los músicos registrados en Hungría eran gitanos. Incluso ahora, muchos de los músicos virtuosos que tocan csárdás en clubs y restaurantes en Budapest - colocando sus violines verticalmente debajo de la barbilla-son de origen gitano. Algunos gitanos son artistas del nuevo jazz húngaro.

Por eso, es significativo que empiecen a asomar los primeros brotes de una música de protesta antirracista en Hungría. En Tatarszentgyörgy durante el entierro de un padre e hijo gitanos asesinados por racistas en el pasado mes de febrero, la multitudinaria Orquesta Sinfónica de Gitanos de Budapest participó en una gran protesta que fue calificada como el inicio de un nuevo movimiento de derechos civiles.

Ahora, el festival de música Sziget 2009 de Budapest ha decidido abrirse este año con una jornada de música contra el racismo, con la participación de la famosa campaña británica Love music hate racism (LMHR). "Queremos incluir una mezcla de músicas para dar voz a la parte de la sociedad húngara que rechaza el racismo", explicó Lee Billingham, responsable de LMHR que trata de usar la música (siempre mestiza) como un arma en la lucha contra el racismo. El concierto que se celebrará el próximo 11 de agosto incluirá Brody, Charlie, Presser, Kispal, Quimby y, aunque aún por confirmar, Franz Ferdinand.

Grupos gitanos como Parno Graszt, Romano Drom y el brass band romano Fanfara lui Cracium actuarán en los días siguientes en el festival Sziget. También habrá una sección de jazz contra el racismo con Miles from India. "Vamos a demostrar que un público que no lleve pancartas, que escucha rock, jazz, rap, de todo, también es antirracista", dijo Mark Bona, organizador de Sziget.

En los años setenta, Rock contra el Racismo (ahora LMHR) y la Liga Anti Nazi movilizaron a artistas como The Clash y Elvis Costello en la lucha contra grupos fascistas en el Reino Unido. Ahora - dice Billingham-,"la ultraderecha en el este de Europa se ha apoderado de la contracultura del punk y el heavy; queremos movilizar a la otra parte de la sociedad, la antirracista".

Curiosamente, mientras sonaba Parno Graszt en la tienda Solaris de Budapest, entró un joven skinhead serbio que preguntó en inglés con marcado acento del Este: "¿Tienes discos de Sham 69?", el grupo oi que apoyaba Rock against Racism pese a que su sonido se relacionaba con la ultraderecha.

A veces, el racismo se asoma en reacciones viscerales contra la música. "Tenemos algo mucho peor que el rap", decía, poniendo cara de asco, Silviu, empleado de Renault en un restaurante de Bucarest. "Se llama manele". Para él, el manele - una suerte de reggaeton de los gitanos rumanos y búlgaros cuyas estrellas este año son Adrian Copilul Minune a Nocolae Guta-"es una influencia muy mala para los jóvenes; ya no hablan bien y la letra es vulgar". Hace 70 años decían lo mismo de los blues.

29-VI-09, A. Robinson, lavanguardia