toque de queda y éxodo de la capital de Xinjiang-Turquestán Oriental

La tensión no cede en Urumqi, la capital de la provincia noroccidental china de Xinjiang, a pesar de la aparente calma que reina en las calles. La decisión de las autoridades de mantener cerradas las mezquitas de la ciudad el día de culto para los musulmanes caldeó ayer los ánimos. Miles de personas, tanto uigures como hanes, optan por abandonar Urumqí ante el temor de que se produzcan nuevos brotes de violencia como los de principios de la semana. Las autoridades han reimplantado el toque de queda.

  

Miles de personas inundaban ayer las estaciones de trenes y autobuses, así como el aeropuerto, para dejar Urumqi. Se trata de un flujo diario de 10.000 personas, apuntan responsables de la estación de tren. La mayoría de ellos de la etnia han dejan la ciudad por miedo de que se reproduzcan los choques interétnicos. Algunos estudiantes señalaban que los precios de los autobuses se han multplicado hasta por cinco.

En estas fechas muchos trabajadores y estudiantes abandonan la ciudad por vacaciones. Pero las cifras actuales de viajeros duplican las habituales, según el responsable de la estación de tren.

La huída de la ciudad se ha intensificado en las últimas horas después de que aumentará la tensión al permanecer cerradas las mezquitas en el día de culto musulmán. Las autoridades tomaron esta decisión para evitar nuevos altercados interétnicos.

Sin embargo, la medida no pudo evitar protestas en los accesos a los templos. Y las autoridades locales abrieron las puertas de algunas mézquitas para la oración del mediodía. Esto es lo que sucedió en la mezquita Blanca, tras una protesta que puso a prueba el despliegue militar. En la de Döng Körük, en el epicentro de la violencia, donde unos mil uigures consiguieron finalmente acceder al templo para orar.

En cambio, las fuerzas del orden no cedieron en otro de los principales templos, el de Yang Hang, es el mayor de la ciudad, con capacidad para 3.000 devotos. Vehículos blindados rodeaban la mezquita y varios soldados se apostaron en los minaretes. Una actitud que numerosos uigures calificaron de afrenta y provocación.

La tensión aumentó unos grados al constatar los uigures que el Gobierno local les discriminaba. La minoría musulmana hui, de rasgos similares a los chinos, pudo acudir con normalidad a orar a sus mezquitas. Esta situación y la proximidad del fin de semana impulsó ayer de nuevo a las autoridades a reinstaurar el toque de queda en Urumqi, que había sido levantado en la medianoche del jueves.

Por otra parte, el gobierno chino elevó la cifra oficial de muertos a 184 víctimas, frente a los 156 iniciales. Oficialmente, 137 son han, 46 uigures y uno hui. No obstante, fuentes uigures apuntan que el números de muertos de su minoría es mucho más alta. Explican que muchos hospitales no aceptaban a los heridos uigures que, y además, les exigían el pago de las atenciones médicas, lo que no es el caso de los han.

11-VII-09, I. Ambrós, lavanguardia