´Rusia y China no son un peligro´, Lluís Foix

Los estados grandes con democracias precarias o con dictaduras que permiten la actuación controlada de las fuerzas del mercado no rinden cuentas sobre sus abusos ni siquiera a sus propios ciudadanos. Rusia y China son dos potencias ancestrales que han condicionado la historia de Europa y del mundo.

Las dos apenas han flirteado con la libertad, ya fuera en nombre de una monarquía absolutista, de una ideología o bien de la unidad nacional y territorial. Son demasiado poderosas para que el mundo se indigne cuando se vulneran los derechos humanos más elementales. Hace unos días Natalia Estemirova, activista de los derechos humanos en las tierras caucásicas, fue secuestrada de su casa en Grozny por cuatro matones y conducida a Ingushetia, fuera de las fronteras de Chechenia, donde apareció acribillada a unos cien metros de una carretera. Había estado amenazada por el presidente Kadirov, un personaje amigo de Putin de 32 años que mantiene los vínculos políticos y de unidad territorial con el Kremlin.

Hace unos meses, Stanislav Markelov fue asesinado en pleno día en las calles de Moscú. Defendía la independencia de Chechenia. Durante los primeros cinco meses de este año la policía rusa ha admitido la muerte de 308 "criminales terroristas" y la liquidación de 112 bandidos. El presidente checheno Kadirov declaró en una entrevista que su hobby era "matar demonios".

El Kremlin ha lamentado la muerte de Estemirova y ha prometido una investigación de los hechos. Muchos periodistas y activistas chechenos han perdido la vida en los últimos años. No ha pasado nada.

China reprimió este mes una revuelta de uigures en la provincia de mayoría musulmana de Xinjiang y causó unos dos centenares de muertos. Las revueltas en Tíbet son sistemáticamente aplastadas. Ningún gobierno occidental ha condenado estas represiones. Rusia y China son imprescindibles para el equilibrio económico y político del mundo. Hasta cierto punto son impunes. Y no cambiarán.

Cuando se levanta el espectro de la amenaza de China y de Rusia para Occidente, con sus potentes economías o sus inagotables recursos energéticos, me lo tomo con cierta sorna. No constituyen un peligro mientras la libertad no esté garantizada. La libertad es el principal motor del progreso de los pueblos.

21-VII-09, Lluís Foix, lavanguardia