´Concienzuda estupidez´, Pilar Rahola

Existen dos tipos de tontos. Los tontos y los que se entrenan. Por supuesto, los segundos tienen más éxito que los primeros, y a ellos debemos la mayoría de tonterías supinas que inundan nuestra cotidianidad. Al fin y al cabo, ya lo dijo Martin Luther King: "Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda". Parece ser que, en el caso que nos ocupa, la ignorancia y la estupidez se han dado la mano, ambas sinceras y concienzudas, y el resultado es una veintena de iglesias pintadas con lemas edificantes del estilo "la única iglesia que ilumina es la iglesia que arde". Un grupito llamado la Gallinaire ha salido a pasear, imbuido de cuatro ideas simples que habían oído sobre la Setmana Tràgica y, dotados de bote y spray, han hecho la meadita. El panfleto que han pegado a las puertas de las iglesias, con ínfulas de manifiesto, iba encabezado por un rimbombante "la lucha continúa", y en él se podían encontrar todos los lugares comunes de la empanada mental propia de estos revolucionarios de bolsillo. Ciertamente, la enseñanza de la historia en nuestro país ha hecho mucho daño a algunos.

Setmana Tràgica. Por supuesto que fue una semana de caos, violencia y represión terrible, en pleno reinado de Alfonso XIII, que culminó con la condena a muerte del gran pedagogo Francesc Ferrer i Guàrdia, usado como dramático chivo expiatorio. Fueron unos hechos brutales, que escandalizaron a los intelectuales de entonces y tiñeron de sangre la presidencia de Maura. (Al respecto de aquella época, la extraordinaria correspondencia entre Unamuno y Maragall). Pero el recuerdo de las víctimas de la Setmana Tràgica y el merecido homenaje a Ferrer i Guàrdia no implican la exaltación de la quema de conventos e iglesias, y las barbaridades que las acompañaron. No se puede ser un ciudadano comprometido con las libertades en el recuerdo a Francesc Ferrer y, en el mismo viaje, ser un loco enrarecido que gusta de quemar edificios religiosos. Es decir, no se puede ir a misa y repicar, usado el símil con toda la mala intención. Este es uno de los males de determinado discurso pseudorrevolucionario, que, por la vía de monopolizar las banderas más míticas, las arrastran por el barro de sus propias miserias. Si la Setmana Tràgica nos dice algo, es precisamente que fue una locura de violencia a lado y lado del espectro, cuyos resultados sólo trajeron dolor y muerte. Intentar mitificar la quema de conventos gamberreando en las iglesias actuales no dice nada a favor de la inteligencia de esta gente, pero lo dice todo a favor de su caos ideológico. ¡Pobre Ferrer i Guàrdia!

Sólo le faltaba que unos descerebrados incívicos alzaran la bandera de su memoria. Cosas hay que ver: ¡un racionalista culto, en boca de unos intransigentes ignorantes!

29-VII-09, Pilar Rahola, lavanguardia