turismo, el etnocidio impune

Grupos de turistas armados con cámaras de fotos y con bolsas de caramelos disparan para captar la imagen de una madre jarawa bañando a su bebé en una playa de las islas Andamán (India). Luego le regalan una chuchería o una camiseta usada. La ONG Survival, dedicada a la protección de los pueblos indígenas, denuncia que decenas de grupos étnicos de África, Asia o América se sienten como animales de feria o de zoológico cuando se ven invadidos por agencias de viajes sin escrúpulos. Survival ha iniciado una campaña en la que pide al turista que rechace las rutas que incluyan la reserva de caza del Kalahari central, en Botsuana; las que proponen contactar con los indígenas de Papúa Occidental que desean vivir aislados, y las que tienen como destino el complejo vacacional de Barefoot en Andamán.

La búsqueda de experiencias al límite ha llevado a algunos turoperadores a pasar por alto el respeto a pueblos que se incomodan ante la llegada de grupos de turistas. Survival cita el ejemplo de la agencia del norteamericano Kelly Woolford, que promete a sus clientes que los llevará al corazón de la selva de Papúa para que conozcan a nativos que no han tenido ningún contacto con el mundo occidental. Survival apela al turista responsable y le pide que evite ir a "zonas donde viven indígenas no contactados o recientemente contactados".

Esta ONG estima que quedan un centenar de grupos indígenas aislados o no contactados, la mayoría en la Amazonia y Asia, que resisten como pueden la presión de industrias madereras y mineras, de misioneros evangélicos y también de empresas turísticas. En las islas Andamán, en el Índico, un tribunal ha dado luz verde a la construcción de un complejo vacacional junto a la reserva de los jarawa, un pueblo de 320 miembros. Desde Survival remarcan que los jarawa han mantenido contacto pacífico con foráneos desde 1998 y temen que su inmunidad frente a infecciones externas puede ser escasa, en especial, respecto a la nueva gripe.

El tercer destino cuestionado es la reserva de caza del Kalahari central. Survival considera una incongruencia que mientras el Gobierno de Botsuana niega a los bosquimanos el permiso para extraer agua del único pozo de la reserva ha alentado a una compañía de safaris para que construya alojamientos que precisarán importantes recursos hídricos. Survival afirma que los bosquimanos, como otros grupos indígenas, dan la bienvenida al turismo, siempre que respete sus condiciones y que una parte de los beneficios revierta en ellos. Pero consideran una indecencia que mientras los bosquimanos deben recorrer largas distancias para obtener agua, los visitantes puedan saciar su sed acomodados en el bar de su reserva.

3-VIII-09, R.M. Bosch, lavanguardia