´Europa es un camping´, Francesc-Marc Álvaro

Dicen las encuestas que uno de cada tres europeos no
se siente “ciudadano de la Unión Europea”, pero a la
hora de recibir los fondos de Bruselas nadie tiene dudas. Nuestro bienestar
nos malcría. Según uno de los expertos en el asunto el problema es que la
UE “no ha creado identidad”, lo cual es normal pues la bandera azul con estrellitas
amarillas no es exactamente la del Barça. Con todo, resulta curioso
que se gasten grandes sumas haciendo estudios sobre algo que se ve a simple
vista. Basta con moverse un poco. Por ejemplo, tengo un amigo al que le
encanta hacer camping pero no le busquen por nuestros pagos. ¿Por qué?
Porque, a pesar de la UE, los europeos seguimos siendo muy distintos. En detalles
relevantes. Les explico.

Mi amigo, que viaja con su esposa y sus hijos pequeños, tiene la costumbre
de querer dormir por las noches, lo cual le convierte en un ser muy raro
en varios campings locales. Al parecer, las normas de nuestros campings
se basan en un concepto relativo, abierto y muy flexible del descanso
del cliente, de tal forma que la escandalera nocturna se sucede a diario en
muchas de estas instalaciones como algo completamente natural. El momento
de gloria llegó para mi amigo cuando, tras varias jornadas de soportar
gritos, músicas, ruidos, berridos y todo tipo de amenidades sonoras hasta
altas horas de la madrugada, pidió un poco de paz. La respuesta del resto
de campistas fue antológica: “Esta es la noche en que nadie duerme, se hace
cada año”. Mi amigo, tan europeo que no le cabe en la cabeza tamaña estupidez,
se dirigió a los encargados del camping para quejarse y reclamar
el descanso por el que pagaba. Los responsables
del camping pusieron cara de sorpresa y, acto seguido, informaron
a mi amigo que debía aguantarse porque “esta es la noche en que nadie
duerme, no querrá usted tocarnos las narices con sus manías”. Dormir, ya
ven, es una manía o una rareza para ciertos estándares vacacionales celtibéricos.
Como es lógico, mi amigo juró no pisar nunca más un camping a
este lado de la frontera. Se ha largado a Francia donde, sin tener que discutir
ni pasar por aguafiestas, puede descansar todas las noches a partir de
una hora civilizada.

¿Identidad europea? Todos pagamos en euros pero no todos vemos el
mundo igual. Y no se trata sólo de los horarios de comer o de acostarse. Detrás
de estas convenciones hay algo más. Si tu vecino no mete ruido es porque
la ley y la costumbre han fijado una idea del respeto, y con ello mantenemos
un equilibrio de derechos y deberes. Si tu descanso no importa al resto
ni a quien hace las leyes es porque la selva predomina sobre la razón. Los
jóvenes de la Europa septentrional descubren esto muy rápido cuando llegan
a Barcelona. Les ofrecemos la posibilidad de emborracharse, orinar y
copular en plena calle. Somos potencia mundial en la materia.

1-VIII-09, Francesc-Marc Álvaro, lavanguardia