īLa TDTī, Sergi Pāmies

Me sumo a la carta del lector Joaquin Mora titulada La TDT no va, publicada el lunes, y situo mi experiencia más reciente en Sitges. En esta ciudad la TDT ha tenido problemas desde el principio. El otro día se me ocurrió actualizar el menú de canales disponibles y, teniendo en cuenta mi lamentable torpeza tecnológica, recurrí a los servicios, remunerados, de un técnico en la materia. Con tres rápidos movimientos de mando a distancia, el técnico actualizó la oferta. Fue entonces cuando le comenté que ni entonces - con la oferta anterior-ni ahora - con la actual-podía fiarme de la señal.

Curtido en mil batallas, el técnico sonrió resignadamente, como quien siente el entrañable dolor de una vieja cicatriz, yme contó que en Sitges los problemas son constantes: "La TDT nos causa muchos problemas y cuanto más cerca del pueblo estás y mejor tiempo hace, peor". Por lo que entendí, lo ideal sería vivir lejos del centro urbano sólo los días en los que hace un tiempo desapacible. Cuando el técnico se marchó, tras haberme contado que la convivencia del sistema digital terrestre y del analógico dificulta una cobertura uniforme de la TDT, me quedé jugando con el mando y viendo como, en efecto, de los tropocientos canales a mi disposición, muchos se desintegraban en sucesivos y ruidosos píxeles descontruídos hasta que, con lacónica e inapelable precisión, aparecía en pantalla una inscripción que debería figurar en la entrada de la ciudad, como los hermanamientos con otros municipios: "Sin señal de vídeo".

En su carta, el lector se preguntaba por la urgencia administrativa del apagón analógico y cuestionaba la decisión en base a estas deficiencias de funcionamiento. Cuando le pregunté al técnico si de verdad se creía esta teoría de que la convivencia de lo analógico y lo digital dificultaba la solvencia de la señal de TDT, me dijo: "Es una cuestión de fe". Hasta ahora, el telespectador podía creer en el paraíso de lo digital y terrestre pero, por si acaso, contaba con el recurso demoníaco de los canales analógicos para no perderse un gol del Barça, una trifulca en el Sálvame o el desenlace de una serie o de una película. Cuando llegue el apagón, en cambio, sólo nos quedará la fe. Por eso, antes de sufrir los peligros de la intemperie de las promesas, convendría que, al igual que Joaquin Mora, los que tenemos problemas con la TDT lo dijéramos pública y desacomplejadamente. No vaya a resultar que seamos, en Sitges o en cualquier otra zona del país, una inmensa mayoría.

26-VIII-09, Sergi Pàmies, lavanguardia