“Cosas de Dylan“, Llątzer Moix

Bob Dylan fue detenido días atrás mientras caminaba bajo la lluvia por un barrio residencial de Nueva Jersey. No había intentado colarse en una casa ni forzado la puerta de un coche ni robado el bolso a una abuelita. No hacía falta: el joven agente que le detuvo se justificó afirmando que Dylan "paseaba sin rumbo definido". Unos vecinos le habían alertado previamente, tras ver en sus calles a "un viejo, desaliñado y sin afeitar". Y como ser viejo o desaliñado todavía no constituye delito - todo se andará-,el policía buscó otro cargo para dar el alto a Dylan y se inclinó por ese sugerente "pasear sin rumbo definido".

Algunos diarios han precisado que el joven policía no reconoció a Dylan. Este dato nos permite inferir dos cosas. Una: que de saber quién era Dylan no lo hubiera importunado, puesto que las celebridades son hoy vacas sagradas. Y dos: que las jóvenes generaciones adoran a sus celebridades - Madonna y otras plagas-e ignoran a las de las anteriores.

En estas dos tesis hay tela para cortar. Pero prefiero desmenuzar el cargo policial: "pasear sin rumbo definido". Empecemos por "pasear". ¿Cuántos contemporáneos pasean por el mero placer de hacerlo? Pocos. Son mayoría los que van a un sitio, o vienen de otro. Los que se mueven con un fin. Por ello, los paseantes se arriesgan actualmente a ser conceptuados como merodeadores, esa subespecie a la que, por vagar, se le suponen intenciones aviesas.

Sigamos este análisis por la voz "rumbo", que alude a caminos trazados y puertos de arribada. Tan buena prensa tiene este concepto que quien no sigue un rumbo es tenido por desorganizado o por perdido. Los sin rumbo, sin saberlo, están al filo de la legalidad.

Y acabemos con "definido", un adjetivo que se aplica a lo fijado con claridad y precisión, a lo determinado y, en cierta medida, a lo ya concluido. Si el sustantivo "rumbo" fuera un candado, el adjetivo "definido" sería la llave que lo cierra. Lo definido tranquiliza. Lo indefinido inquieta, incita a la sospecha y escapa al control de la autoridad. Tanto es así que ciertas minorías han convertido la indefinición en cómodo refugio y trinchera.

Uno siempre había pensado que es en los momentos de libertad, de relajo, en los paseos sin rumbo definido, cuando se alumbran las ideas novedosas. Que sólo apartándonos del camino trillado podemos descubrir nuevas sendas. En esas estaba, a punto de rematar este elogio del vagabundeo, cuando cayó en mis manos otro diario con otra información referida al cantante: Dylan va a prestar su voz a un sistema GPS, y pronto podremos escucharle en nuestro coche, recitando con tono metálico aquello de "rotonda a 250 metros, tome la tercera salida"...

Fue como despertar de un sueño: mi ídolo vagabundo se convertía de repente en loro mandón. Aún resultará que el visionario policía de Nueva Jersey no se equivocó al detener a Dylan, sino al soltarlo.

30-VIII-09, Llàtzer Moix