´El eclipse de la autoridad´, Susana Quadrado

Esos locos bajitos que a veces se nos parecen a los que cantaba Serrat se saben entronizados por la sociedad. Los niños son los reyes de la casa, y de donde estén. La permisividad es un concepto socialmente más aceptado que el de la disciplina. Ellos van creciendo así, construyendo un imperio, el de su voluntad, dentro de una familia en la que la madre ha salido pero el padre no ha entrado. ¡Se educan solos!, alertan los sociólogos. Esos locos bajitos aprenden a gobernar nuestras vidas con una sutil tiranía. Y algunos (no todos) llegan a la adolescencia convertidos en auténticos dictadores, choteándose de todo, de todos, y subvirtiendo las reglas más básicas de la vida en común.

No debería haber ningún adolescente que, pillado en una fechoría, al escuchar su nombre en boca de un adulto, no se quede sin habla unos segundos esperando la reprimenda. Pero la realidad es la que es. La autoridad de los padres está completamente desdibujada porque esa misma autoridad ha sido abolida por los propios adultos. Me pregunto si ya hemos renunciado a asumir las responsabilidades y obligaciones del mundo en el que hemos puesto a los niños.

No existen límites porque estos no han sido marcados. Los adolescentes cruzan la frontera de lo tolerable, y no pasa nada. De modo que se sienten capaces de plantear un desafío abierto a los padres, a los profesores y, por qué no, a la policía. El emperador reina bajo la consigna del "¡Y a mí que me cuentas!".

Es en este punto cuando el juego de complicidades entre las parejas deja pasoa un cruce de reproches y culpabilizaciones. Así que acaba siendo más fácil buscar las razones fuera de casa que dentro.

Ya sabemos que, detrás del desprecio a un maestro, en ocasiones hay unos padres cada vez más ocupados en socavar la autoridad del docente ante sus hijos que en ejercer la suya.

Las alarmas se encendieron hace ya mucho tiempo, pero tengo para mí que no le hemos hecho ni puñetero caso. Pozuelo de Alarcón como síntoma. El hecho de que cientos de adolescentes intentaran asaltar una comisaría de policía la noche del sábado en esta localidad madrileña - con una de las rentas per cápita más altas de España-es un indicador de que algo falla en el sistema educativo desde su base. No se ha sabido transmitir ni siquiera el valor de la convivencia.

Javier Elzo, catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto, contaba en estas páginas el martes que despreciar la autoridad que debe infundir la policía en todo Estado de derecho es inaceptable porque se ha rebasado una línea. Podemos pensar que los chavales a los que vimos por la televisión quemando coches de la policía no son nuestros hijos, o seguir engañándonos creyendo que los nuestros nunca lo harán. Esperemos a ver qué pasa el próximo fin de semana.

10_IX-09, Susana Quadrado, lavanguardia