´A vueltas con los pictogramas´, Quim Monzó

Hace días publiqué aquí un artículo sobre los pictogramas de los servicios de hombres y de mujeres, y sobre si deben ir con faldas o no. Al cabo de unos días, el lector, suscriptor del diario y pintor artístico Manuel Goicoechea propuso, en una carta de los lectores, una solución: "Los pictogramas representarán siluetas con pantalones en ambos casos, para el aseo de las mujeres y para el de los hombres. La diferencia consistirá en dos circulitos situados donde se supone que las damas tienen los senos (pueden completarse artísticamente con un puntito en el centro) y así no podrá existir confusión de ninguna clase".

Es una opinión que tener en cuenta, aunque seguro que alguien dirá que hay hombres con sobrepeso que ostentan mamas que Kate Moss envidiaría (o no). Pero, ya puestos a replantearnos los pictogramas, les contaré lo que me explica en un e-mail Jaume Bach, ninotaire,que fue colaborador de Por Favor,de Mundo Diario,de El Punt,de La Vanguardia...Traduzco su argumentación: "¿No crees que los pictogramas de los lavabos son una perversión de los códigos de señalización? Si, para identificar cualquier cosa, el pictograma usa siempre como referencia el contenido (guardarropas = una percha; salida de aviones = un avión despegando; cafetería = taza de café; etcétera), ¿como es que para identificar los servicios se utiliza la imagen del usuario? ¿Qué pasaría si hubiese guardarropas, salidas de aviones y cafeterías para hombres y para mujeres? ¿Qué señal usarían? Sería bueno proponer un concurso universal para crear pictogramas de lavabos que se refiriesen a los contenidos".

Nunca me había fijado en ese detalle y tiene toda la razón del mundo. En efecto: los pictogramas de los lavabos son los únicos que no utilizan el contenido para identificar lo que simbolizan. Utilizan al usuario (hombre o mujer) y eso quiebra la norma. Pero, claro, estamos hablando de un asunto donde la intimidad ha tendido siempre a separar a hombres y mujeres. Pero también separaban a hombres y mujeres en las tabernas americanas de antaño, y ahora no es así. También las escuelas separaban a los niños de las niñas para preservar a los unos de las otras (y viceversa). En Ally McBeal lo de los lavabos separados se acabó, y mostraban que, en las oficinas enrolladas, hombres y mujeres los comparten. Quizá la solución sea olvidarnos de faldas y pantalones y crear pictogramas a partir de las aguas mayores y las menores. Quizá (como anhelaba Montserrat Pina en la carta que originó estos artículos, estos e-mails y estas cartas) sea esa la forma de solidarizarnos con las sudanesas a las que castigan por ir con pantalones, la forma de acabar con "los prejuicios y las prácticas discriminatorias que han salido a la luz pública en Sudán". Eso sí: los pictogramas resultantes pueden ser de un escatológico espectacular.

17-IX-09, Quim Monzó, lavanguardia