Obama, ante trascendente punto de inflexión sobre Afganistán(/Pakistán)

Peleas. Divisiones. Dudas. Afganistán se está convirtiendo en el principal problema de política exterior para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que el miércoles congregó en la Casa Blanca a todos sus asesores sobre una guerra que parece haber paralizado a la administración.

Obama no sabe qué hacer. ¿Enviar hasta 40.000 soldados más, como le pide el general Stanley McChrystal, el comandante en la zona? ¿O empezar a retirarse y dedicarse sólo a perseguir terroristas, como sugiere el vicepresidente Joe Biden?

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El último episodio que refleja las divisiones entre los aliados ha sido la espantada del diplomático estadounidense Peter Galbraith, adscrito a la misión de la ONU en Kabul. Galbraith - veterano del departamento de Estado-fue despedido después de una agria disputa con su jefe en la ONU, el noruego Kai Eide. Galbraith ha denunciado el supuesto fraude masivo en las elecciones de agosto. Eide es más prudente. Algunas informaciones indican que varios ministros del presidente Hamid Karzai se quejaron de que no podían trabajar con él.

El episodio evidencia, primero, que el fracaso de las elecciones presidenciales y la sospecha de fraude masivo son una fuente de tensiones También está haciendo recapacitar al presidente Obama. El viernes, al terminar la cumbre del G-20 en Pittsburgh, dijo que "lo más importante es que haya una sensación de legitimidad entre el pueblo afgano respecto a su gobierno", y que "si no lo hay, la tarea (de Estados Unidos) será mucho más difícil". Justificar el envío de más tropas para reforzar a un Gobierno que la Casa Blanca considera ilegítimo y corrupto no será fácil. La oposición al envío de más tropas, sobre todo en las filas demócratas de Obama, crece.

McChrystal ha dejado claro que sin más tropas la misión en Afganistán, que empezó hace ocho años, se aboca al fracaso. Los europeos han mostrado escasa disposición a reforzar su presencia.

En una entrevista con la cadena CBS, el domingo, McChrystal. nombrado por Obama para enderezar la guerra y, en teoría, hombre de confianza del presidente, admitió que sólo había hablado con él una vez desde que en junio asumió el cargo. ¿Tensiones entre el presidente y su máximo militar en la zona? En las próximas semanas, la Casa Blanca debe decidirse.

2-IX-09, B. Navarro, lavanguardia