´Punk (Not) Dead...´, Andy Robinson & Esteban Linés

Puede que naciera en 1974 en el club CBGB en la calle de las almas perdidas del Bowery de Nueva York con los Ramones, Television y Richard Hell and the Voidoids -ya luciendo imperdibles y camisetas rotas-, pero el punk de verdad fue un rayo en el cálido verano londinense de 1976 cuando Malcolm McLaren y Johnny Rotten escandalizaron al establishment y despertaron a una juventud en paro con manifiestos nihilistas, moda sadomasoquista, tacos fuck off en la tele y frenéticos bailes pogo bajo lluvias de lapos.

Los Sex Pistols y el sarcasmo aburrido de Rotten lo cambiaron todo en 1976. Pero el punk había terminado casi antes de empezar. "Ya en 1977 todo parecía un poco quemado; un montón de grupos que sólo querían imitar a los Sex Pistols", dijo en Barcelona el miércoles pasado Colin Newman, cantante de Wire, un conjunto de enlace entre el punk y la nueva ola mucho mas ecléctica que vino después con grupos como Magazine o Joy Division. "El punk nos abrió la puerta porque la música antes estaba mirándose el ombligo, los británicos somos buenos a la hora de destruir cosas y empezar de nuevo; el punk nos dio la actitud", dijo Newman antes de un concierto de Wire en el Apolo. La brevedad del momento creativo se confirma entrevista tras entrevista con los protagonistas de la movida del nuevo libro de Jon Savage, The England´s dreaming tapes (Faber 2009).

Dada la brevedad de la explosión punk con su eslogan No future, puede resultar extraño que, treinta años después, grupos como los Pistols y The Damned -críticos despiadados en 1976 de los viejos hippies y los cuarentones del rock progresivo- sigan de gira. Más chocante aún, Johnny Rotten acaba de salir vestido de caballero británico en un anuncio de mantequilla Country Life. "Tuvimos que actuar con los Pistols el año pasado -dijo Newman- siguen tocando las mismas doce canciones, Anarchy, God save the Queen, Pretty Vacant, ya sabes; fue como tocar con un grupo de pub rock. ¡Horrible!". Rotten -ahora John Lydon- acaba de refundar The Public Image Limited, el grupo que formó en 1979 con su amigo Jah Wobble (John Wardle).

El punk británico surgió en la dura recesión a mediados de los años setenta cuando "los peores datos de paro desde la Segunda Guerra Mundial" coincidieron con "draconianos recortes del gasto público" y una "vida social fragmentada", explica Jon Savage en su libro sobre los Sex Pistols England´s dreaming (1991). ¿Se repetirá? Es imposible saberlo, como decía Derek Jarman, que murió en 1994, director de la primera película sobre el punk, Jubilee (1978). En una de las entrevistas -hasta ahora inéditas- de The England´s dreaming tapes (Faber 2009), Jarman dice: "Son los mismos problemas pero cambian de forma; o bien se intenta colaborar para salir de la situación económica o bien se produce una rebelión. El punk fue la última (rebelión). Las alternativas se mueven de una manera muy extraña, hacia delante y luego hacia atrás. La siguiente generación hizo todo lo que pudo para incorporarse a la visión económica de la señora Thatcher", explica.

La atrevida diseñadora Vivienne Westwood, que ideó los Pistols junto con McLaren, en su tienda de moda Sex de la Kings Road de Chelsea, ha pasado de ser azote mordaz de la monarquía, animando a Rotten a escribir God save the Queen, a ser, a los 68 años, Dama del Imperio Británico, condecorada dos veces por la Reina. McLaren, el cerebro maquiavélico del punk, sigue dando guerra. Compuso parte de la banda sonora de Kill Bill de Tarantino y produjo el último manifiesto antihamburguesa del cine, Fast Food Nation. Contaba con el beneplácito de su ex amiga Chrissie Hynde, cantante de The Pretenders, incondicional del look Sex (trajes de goma, medias de red de pesca, collares de perro), ahora activista por los derechos de los animales y dueña de un restaurante vegetariano en su ciudad natal de Akron (Ohio). Steve Jones, el bajista de los Pistols, es disc-jockey en Los Ángeles. Sólo Sid Vicious se despidió como un punk auténtico. Tras matar a su novia Nancy en el Chelsea Hotel de Manhattan en 1979, bajó a recepción y dijo al dueño hotelero, Stanley Bard: "Nancy está muerta. ¿Me puedo quedar la habitación?". Semanas después murió de una sobredosis de heroína.

El punk rechazó todo lo anterior e incitó a toda una generación a cortarse el pelo y tirar el pantalón acampanado.

"Fucking hippy" era el insulto más cruel en clubs como el Roxy o el Marquee, en Londres, Erics en Liverpool o el Factory de Manchester. Pero, como reflexiona en el libro Robin Scott, autor del éxito mundial Pop Muzik en 1979, "el punk fue el estertor del idealismo hippy, eran hippies disfrazados de bulldogs". Captain Sensible, cantante de The Damned, empezó pronto a colaborar con Pink Floyd, cada vez más bajo la influencia de drogas psicodélicas, las llamadas hippy drugs en 1976. Al final de El futuro no está escrito de Julian Temple (2007), documental biográfico sobre Joe Strummer, el cantante icónico de The Clash, muerto súbitamente en 1992, reconoce que es un hippy.

Siouxsie Sioux, ex cantante del grupo Siouxsie and the Banshees -otro miembro del núcleo duro de Sex-, conserva algo de su pasado punk mediante colaboraciones con David Lynch y con la galería virtual The Dark Side. Pero es difícil provocar a los 52 años, cuando, a los 18, has entrado en un bar de vinos del conservador pueblo suburbano de Bromley, en las afueras de Londres, llevando a tu novio con collar de perro y correa... Otra punquette de Bromley, Polystyrene, la cantante de X-Ray Spex, que actuó con The Damned y Wire en el famoso concierto del Roxy en abril de 1977, explica en su entrevista del libro de Savage que dejó la música porque "vi un ovni y tuve una crisis nerviosa, lo cual es normal cuando has visto un ovni". Ahora, dice Savage, Polystyrene se dedica a su "vida espiritual".

En Nueva York, el cierre de CBGB hace tres años y la muerte de su fundador, Hilly Kristol, meses después pusieron un necesario punto final al punk neoyorquino tal como se puede ver en Burning the house down, un nuevo documental de Mandy Stein sobre el mítico club que puede verse esta semana en el festival de cine de Londres. Todos los supervivientes acudieron al entierro: Patti Smith, Tom Verlaine, Debby Blondie Harry, aún a los 64 años un personaje hip del downtown Manhattan. Pero los Ramones no estaban. Tres de ellos murieron. Joey, después de convertirse en especulador bursátil enamorado de la imagen televisiva de la presentadora del canal financiero CNBC Maria Bartiromo. De la formación original sólo queda Tommy Ramone, ahora mandolinista del bucólico trío de bluegrass Uncle Monk.

12-X-09, Andy Robinson, lavanguardia

Estuvieron activos desde 1976 hasta 1982. En 1992, con motivo de la reedición de sus dos primeros elepés, se volvieron a juntar. Grabaron dos discos más y decidieron dejarlo en 1996. Ahora, para apoyar una película documental sobre el grupo que verá la luz en las próximas semanas, ofrecieron un concierto puntual, pero esa actuación se acabó convirtiendo en una minigira, que se ha visto truncada por la grave enfermedad de uno de los músicos del grupo. El que habla es Miguel Ángel Sánchez, el legendario Morfi Grei que liderara a finales de los setenta La Banda Trapera del Río, el grupo de Cornellà al que se considera precursor del punk español.

Sánchez (Melilla, 1959) recuerda que "una de las cosas que también impidieron que La Banda acabase convirtiéndose en uno de los grupos de referencia del rock español se debió a que éramos unas cabezas locas". Son famosas, efectivamente, las verdaderas performances en y fuera del escenario del propio Grei, del tío Modes o de algún otro miembro del grupo. Unas cabezas locas que en el caso de Sánchez -yonqui confeso y adicto peligroso para su propia salud- le llevó a unos tres años de rehabilitación desde 1984. Morfi lo explica ahora desde la condición de padre de dos hijos ("el mayor va a catequesis, ya ves"), y "trabajando en una empresa de Granollers de mi mujer que se dedica a las horchatas y turrones". Grei, de todos modos, reconoce: "Me acuso de haber provocado desmanes en la época, pero no me arrepiento de nada. Estoy muy orgulloso de que La Banda acabara formando parte de la historia del rock´n´roll español".

"Nosotros en aquellos setenta optamos por un rollo musical distinto porque estábamos hasta las narices de lo que se consumía en Barcelona, ya sabes, el rollo del rock sinfónico, la música de Yes, la música laietana, el jazz fusión, es decir, un muermazo absoluto. Estilísticamente, nuestro sonido no era exactamente punk sino que estaba más cerca del hard-rock acelerado de los Ramones o Deep Purple. Si no nos convertimos en uno de los grandes grupos del país -prosigue Morfi Grei- fue debido al rechazo del establishment discográfico español, que nos temían. De todos aquellos agitados años, "lo que prevalece, sobre todo, son las letras de nuestras canciones, que nos han acabado dando la razón. Reflejaban cómo éramos, nuestra postura vital, que era rebelde y nihilista".

12-X-09, Esteban Linés, lavanguardia