´De zombis y golpes de Estado´, Ramon Aymerich

Se acabó lo que se daba. En los días que siguieron a la quiebra de Lehman Brothers, el 15 de septiembre del 2008. se abrió un periodo -una pequeña ventana- en la que todo pareció posible en el universo de las finanzas. Se habló de fracaso de los modelos de riesgo, de su abandono y posterior reforma; de contener el uso de los productos derivados -las armas de destrucción masiva de las que había advertido Warren Buffett-; de ajustar cuentas con las agencias de calificación... El impulso reformador llegó hasta la última reunión del G-20 en Pittsburgh, donde los europeos parecían dispuestos a arrancar un compromiso en materia de primas y bonificaciones a los altos ejecutivos.

Pues bien, no es probable que nada de eso vaya a ocurrir. Todo lo contrario. Los grandes bancos estadounidenses vuelven a ganar dinero a espuertas y las primas a los ejecutivos remontan con el argumento de que no hacerlo implicaría su escapada hacia otras plazas financieras.

Paul Krugman explica que cuando una idea que ha sido refutada por la realidad se mantiene inalterable -esto es, que despierta una y otra vez cual zombi- es porque los intereses que hay detrás son tan importantes como inconfesables. Simon Johnson, ex economista del FMI, lo ha contado de otra manera. En un artículo publicado en mayo del 2009 en The Athlantic Monthly (www.theatlantic.com/doc/200905/imf-advice) y que lleva por título "The quiet Coup", Johnson habla de golpe de Estado. En realidad, habla de la ocupación de las altas esferas de la Administración estadounidense -y en particular de la Casa Blanca- por hombres procedentes de Wall Street. Parece una teoría de la conspiración; pero, a la vista de lo ocurrido, no debe de serlo.

16-X-09, Ramon Aymerich, lavanguardia