ordenador portátil gratuito a todos los alumnos de primaria pública (en Uruguay)

La ceremonia de cambio de guardia en el mausoleo de José Artigas, el héroe de la revolución uruguaya, transcurre como todos los viernes al mediodía en la céntrica plaza de la Independencia de Montevideo. Cuando el piquete saliente de blandengues abanzona la plaza, se cruza con Nahuel y Pablo, que tratan de imitar el paso marcial de los soldados. La diferencia es que Pablo, en lugar de blandir una espada, lleva un ordenador portátil de colores blanco y verde chillón.

Uruguay acaba de convertirse en el primer país en entregar un ordenador portátil a todos los alumnos de colegios públicos de enseñanza primaria. Son 2.360 escuelas y 308.000 chicos de 6 a 12 años. Y cada botija, como aquí se denomina cariñosamente a los niños, ya tiene su aparato. Los últimos en recibirlos han sido los montevideanos. El presidente, Tabaré Vázquez, culminó la entrega personalmente, el 13 de octubre, en plena campaña electoral de las presidenciales del próximo domingo. Unos 18.000 maestros también recibieron su máquina gratuitamente.

El plan Ceibal (Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea) surgió a iniciativa de Vázquez, tras conocer la propuesta del gurú de la tecnología, Nicholas Negroponte, en el foro económico de Davos de 2006. El proyecto de Negroponte, OLPC (One Laptop Per Child), de fabricar portátiles educativos a 100 dólares, también conocidas por la marca XO, comenzó en Uruguay hace tan sólo dos años.

En realidad, los aparatos han costado un promedio de 150 euros. Vienen equipados con el sistema operativo Linux, pesan dos kilos y medio, y no les falta de nada, incluida una webcam y la indispensable conectividad wifi. La implantación del plan Ceibal ha costado 80 millones de euros, incluyendo el mantenimiento del sistema y la infraestructura necesaria para garantizar la conexión en los colegios, que en las zonas remotas se hace por satélite.

Daniel Fernández, quien hasta agosto pasado era ministro de Industria, se emociona cuando explica a La Vanguardia que a los pocos días de entregarse los primeros ordenadores en una zona rural "un botija filmó como una vaca lechera paría un ternero" y subió las imágenes a internet. "El Ceibal es un 20% educativo, y un 80% inclusión social", dice Martínez. "Permite el acceso al conocimiento a quienes nunca hubieran tenido un ordenador, ni los botijas, ni sus familias", añade.

El colegio de Pablo y Nahuel está a tres manzanas de la plaza Independencia. En la puerta, la maestra Graciela Rebellato está satisfecha con el plan. "Es una herramienta que bien usada puede ser fantástica, aunque nunca va a sustituir al profesor", matiza la educadora a este diario. Mientras, los botijas entran al turno de la tarde, portátil en mano e impacientes por estudiar navegando.

24-X-09, R. Mur, lavanguardia