´Poemario´, Clara Sanchis Mira

La confusión es un caldo de cultivo para el ocultamiento. Las frases ambiguas, la imprecisión, los asuntos insondables se cuelan en nuestras vidas. Se nota en las calles, en las ventanillas, en los discursos, en los manuales de instrucciones de casi todo y quién sabe en cuántos dormitorios y sobre todo en cuántos despachos. He salido de alguno con la sensación de haber pasado por encima de las cosas en vuelo raso, dando por hechas hipotéticas coincidencias, tú ya me entiendes, concordancias imaginarias, ya sabes lo que quiero decir. Detrás de la corrupción hay unos delincuentes organizados que no existirían si no tuvieran al resto del personal haciendo oídos sordos, dando por buenos asuntos, como poco, confusos. Cuántas frases se dejan sin acabar en una conversación, atribuyéndole al receptor un conocimiento de los hechos ficticio, apropiándose de su capacidad de razonar.

"Todo el mundo sabe lo que pienso", dice a menudo uno de nuestros políticos más notorios. No, mire, no tenemos ni la menor idea de lo que piensa usted. Sea un poco más concreto. Haga un gráfico, escriba un párrafo de principio a fin. ¿O prefiere que entre todos construyamos una masa amorfa de pensamiento suyo, que sirva igual para un roto que un descosido? ¿Nos hemos vuelto poetas? Escriba un verso.

"El ganado tiene que tener un pastor por delante y un perro guardián; (...) cuando no se hace esto el ganado se desparrama". Lo dijo otro poeta de la política. Perdone, en este ganado que se desparrama o no se desparrama, ¿está incluido usted? Lo sentimos. Su metáfora ovina es denigrante. La oveja como animalito está bien, pero como político deja mucho que desear. Sin perro, seguramente hace tonterías por el campo. ¿Usted ha querido decir, disculpe, que su partido es como un rebaño de ovejas tontas perdidas? Por favor, entonces renueven la plantilla. Les hemos contratado para hacer política en democracia. Lo del rebaño y el perro es justo lo contrario. A ustedes se les paga para que piensen en libertad, hagan uso de la razón y sumen el fruto de sus supuestas inteligencias. Si se trata de hacer la oveja, se han equivocado de trabajo. ¿O estamos confundidos y usted no quería decir eso exactamente?

"Pido que nadie se invente ahora un secretario general en la Comunidad Valenciana mirándose al espejo", dijo otro de los suyos. Esta ya era una frase más moderna. Afilada pero metafórica. Una de esas frases que al oírla por primera vez te parece que está chupada, pero al cabo de un rato ya no sabes si la entiendes. Inventar un secretario mirándose al espejo. Es bonito, pero ¿de qué trata? ¿Significa que alguien podría inventarse un secretario general que le combine con la chaqueta? ¿O habla de inventarse un secretario a su imagen y semejanza? Y si es así, ¿con qué objeto? ¿Para que haya dos iguales? ¿Dos qué? ¿Dos amiguitos? Ajá, diríamos. Pero la frase, a la que te descuidas se da la vuelta, se refleja en su propio espejo y deja al receptor perdido como una oveja sin pastor. Regrese a la casilla de salida. Con lo sencillo que sería entender las cosas si las dijeran de forma normal.

Rizando el rizo, ahora la oposición prohíbe a su rebaño hablar fuera de los órganos del partido. Ni estilo metafórico ni nada. Lo propuso el presidente valenciano. Que se vote, que se vote, corearon. Al tiempo, Madrid se suma al carro de la censura, suspende de militancia a la oveja descarriada y la presidenta de la Comunidad declara que no hace declaraciones cuando lleva zapatos planos, alcanzando las cúspides de la confusión con una frase que aúna el poema con la ley del silencio. Si le diéramos dos vueltas al asunto, pensaríamos que tienen algo que ocultar. Con las bocas y las puertas cerradas, es preocupante imaginar la clase de monstruo que puede crecer en la oscuridad.

6-XI-09, Clara Sanchis Mira, lavanguardia