´Un periodista en RTVE´, Montserrat Domínguez

Telecinco, programa especial de las elecciones generales del 2000: Luis Fernández me empuja -amablemente- a colocarme delante de una cámara con un bombo de siete meses. Confieso que me resistí: me parecía antiestético ver a una embarazada en televisión. Ahora las ministras pasean sus embarazos por el Líbano sin complejos: en algo hemos mejorado.

Conocí a Luis Fernández en 1996 cuando vino a Telecinco a dirigir sus informativos. Luis Mariñas ya había conseguido crear una redacción de la nada, abrir hueco a las noticias en una cadena refractaria a la información - la dirigía Valerio Lazarov y en su accionariado estaba la ONCE y el Grupo KIO, además de los italianos de Gestevisión-.El impulso de Fernández fue visionario: llevó a cabo la transformación tecnológica - la redacción digital-y la profesional, y convirtió los informativos de la cadena de Fuencarral en una referencia de buen periodismo, cercano, potente y atrevido. Ser de Informativos Telecinco se convirtió en una sello de calidad: los que formamos parte de esa redacción seguimos presumiendo de ello. Se fue en el 2000 sin decir ni mú, pero yo aún recuerdo a un altísimo cargo del gobierno del PP explicarnos en tono bajo y suplicante que él no había tenido nada que ver con la salida de Fernández. Excusatio non petita...

Por aquel entonces, Luis Fernández gritaba mucho, pero le exponías un argumento y notabas cómo lo procesaba, aunque luego no te diera la razón. Tenía energía y ganas para mover el banquillo, para descubrir talentos y para parar los golpes antes de que la redacción los notara. Era ambicioso, siempre quería más exclusivas, llegar más lejos, más horas de programación, más especiales, más y más. Que sean otros los que aireen sus defectos, que los tiene; yo sólo sé que en estos años al frente de RTVE, su apuesta por Fran Llorente al frente de Informativos ha hecho que los de La 1 vuelvan a ser un referente. Y aunque los demás juzguen por las cifras de audiencia, yo lo hago por el parámetro de la calidad; ahora mismo son, por varias razones, los mejores. Y no precisamente porque Fernández tuviera tiempo ni ganas de meter la cuchara, sino porque los dejó en manos de profesionales. Hay gente en el gobierno y alrededores que aún no se lo perdonan.

Ojalá Alberto Oliart llegue al sillón de la incómoda presidencia de RTVE con la mitad de la energía y las ganas de Fernández, porque tarea no le va a faltar a la hora de pilotar la tormentosa entrada de la televisión pública en el mundo sin publicidad. Tiene 81 años y ha sido elegido para un cargo que dura seis: que la fuerza le acompañe. En medio del ruido provocado por su nombramiento, detecto dos grupos: los que opinan con más de 50 años, carne de prejubilación y de ERE, están encantados porque se agrandan sus horizontes: los de menos de medio siglo están que trinan, pero callan porque criticar a Oliart es como darle con un calcetín en la cara al abuelo: está muy mal visto.

Celebro el consenso y lamento que Oliart no sea un "profesional de reconocido prestigio del sector", algo tan cacareado cuando se eligió a Fernández que algunos llegamos a creer que era el camino. Siempre me gustaron más los periodistas que los gestores, pero es cierto que RTVE es, como el Barça, más que un club. De momento, el consenso y la gestión ganan por goleada al periodismo.

14-XI-09, Montserrat Domínguez, lavanguardia

Me ha sorprendido enormemente que un hombre de más de 80 años haya sido nombrado director de RTVE. Con todos mis respetos por dicha persona, ello supone un insulto para los que, siendo mucho más jóvenes que él, bajo ningún concepto ni estratagema se nos ha permitido realizar ninguna clase de trabajo remunerado después de nuestra jubilación, teniendo a nuestras espaldas experiencia acumulada y estando abiertos a nuevos horizontes, sólo por sobrepasar ligeramente los 60 años.

Creo que este nombramiento no ayuda en nada en todo el ambiente de descrédito que existe entre la clase política y sus aledaños, todo lo contrario, acentúa las diferencias entre las personas bien relacionadas o no.

14-XI-09, M. TERESA GUASCH, cartasdeloslectores/lavanguardia