´La sonrisa sostenible´, Lluís Foix

Ha nacido la ley de la sostenibilidad entre sonrisas, alfombras rojas, pasarela de ministras y ministros desfilando en formato de entrega de Oscar y el presidente Zapatero y su señora, Sonsoles, descendiendo risueños por una escalera mecánica ante la euforia de una audiencia entregada a la causa.

Felicito al productor de este evento dominguero que tuvo efectos mediáticos muy interesantes y que resume una nueva manera de presentar la política como un gran espectáculo sugestivo para las mayorías que siguen la actualidad sólo a través de la televisión. Pero cualquier espectador imparcial ha de reconocer la imposibilidad de hacer compatible la fiesta de las sonrisas con la realidad de una sociedad en la que las lágrimas van ganando terreno a las alegrías. José María Ridao recordaba ayer la definición de Karl Marx al catalogar a España como el país de Europa con más leyes y donde menos se cumplían. Un ministro de la Restauración dijo aquello de que "para los amigos, el perdón, para los enemigos, basta con la ley". No más leyes, por favor, basta con las vigentes.

Me comenta un amigo jurista que la anunciada ley de sostenibilidad para salir de la crisis que por fin se admitió no puede ser otra cosa que las medidas adoptadas el 14 de agosto del 2008 y ratificadas por un Consejo de Ministros extraordinario posterior. Aquellas urgentes decisiones no han frenado la desaparición de puestos de trabajo y el aumento del paro que sitúa a España en el liderazgo de la Unión Europea que Zapatero presidirá a partir del primero de enero. De la misma manera que se construyen situaciones virtuales de gran impacto, se legisla y se planifica a golpe de encuestas, de manifestaciones y de políticas a corto plazo sin pensar que la mejor sostenibilidad es aquella que se fabrica a medio y a largo plazo.

Me temo que la ley de sostenibilidad será un conjunto de medidas que ya están en vigor y que ayer mismo el gobernador del Banco de España decía que eran insuficientes para crear puestos de trabajo. Zapatero ha querido evitar la crisis social sin preocuparse de crear riqueza. Terminará sin crecimiento y con crisis social.

Necesita este tiempo menos espectáculo y más rigor, menos ardor partidista y más medidas que beneficien al conjunto de la sociedad. Menos sonrisas y más acciones de gobierno eficaces.

24-XI-09, Lluís Foix, lavanguardia