´La inútil rueda de prensa´, Anton M. Espadaler

Fue el otro día el presidente del Gobierno de España, el señor Rodríguez, a Egipto, y la prensa allí destacada para cubrir viaje de tan alta trascendencia se pasó la solemne rueda de prensa interrogando al señor presidente sobre asuntos internos: que si el Estatuto catalán, que si las declaraciones del honorable Montilla, que si patatín que si patatán. Supongo que, en justa correspondencia, los periodistas egipcios, al ver de qué iba el percal, dedicaron el tiempo reservado a su turno de intervenciones a preguntar a su ministro por la cosecha del dátil en la ribera del Nilo. Si había allí algún periodista de un país tercero, debía de estar viendo visiones, y en ellas, por poco claras que fuesen, debía preguntarse con qué abstruso fin se habían reunido aquel par de personajes, sia nadie interesaba lo poco o lo mucho que habían desarrollado en común; y, en último término, para qué caramba había salido de Madrid el señor Rodríguez, si además no habla idiomas. Esta práctica, de un provincianismo chato, de una mala educación a toda prueba, y notable patada en las partes del sufrido anfitrión, es tan habitual que ya nadie se sorprende.

Que los que se dedican a la política no se alteren por nada no es ninguna novedad. Que a los responsables de los distintos servicios informativos esta insensatez les parezca de lo más oportuno, tampoco. No obstante, lo grave del asunto es que esta práctica se ha extendido a todos los campos, de tal forma que, en coherente contrapartida, está creciendo el número de los que empiezan a creer que convocar ruedas de prensa no tiene el menor sentido. Para qué perder el tiempo, y encima pagar las tapas a unos que van a su bola y les importa un rábano lo que se ofrece.

2-XII-09, Anton M. Espadaler, lavanguardia