īVic: legalidad, xenofobia o crisisī, Sergi Pāmies

Parece un día cualquiera, pese a que hoy se celebra un pleno del Ayuntamiento y todo el mundo -mejor dicho: toda la prensa- espera una declaración sobre la aplicación de una nueva norma de empadronamiento para los nouvinguts (pospuesta hasta nueva orden). En la plaza Major aparcan, haciendo valer sus privilegios circulatorios, las unidades móviles de las televisiones: TVE, TV3, La Sexta, Antena 3. A pie de plaza, una reportera entrevista a un subsahariano que parece de atrezo: sudadera con capucha, mirada huidiza y recelo en la respuesta. Lo que genera la fiebre mediática se inscribe en una anormalidad trabajosamente normalizada. En la librería La Tralla, regalan la revista Mà,en la que leo este titular, fechado en diciembre del 2009: "La crisi no frena l´arribada de nouvinguts". Contiene tres conceptos básicos, de mayor a menor relevancia, para entender la situación: "crisi", "no frena" y "nouvinguts". Son ingredientes para un cóctel incendiable. Si se culpa de la crisis a los extranjeros, la xenofobia -de buena y de mala fe, que de todo hay- crece y se multiplica.

Esa podría ser una de las razones por las que el mismo Consistorio que lleva años desplegando una inteligente política de asimilación (integración es una palabra mayor y sumisa) reacciona ante la escandalosa ineficacia del marco legal vigente para resolver los problemas. La trama de leyes que no se pueden cumplir puede llegar a paralizar la política (es curioso que a la medida propuesta por el Consistorio se le cuestione más su legalidad que su conveniencia), y es más fácil convocar ruedas de prensa y reñir, con retintín de institutriz, a los que intentan adaptar la legalidad a la realidad y no al revés.

La propuesta del alcalde, Josep M. Vila d´Abadal, ha puesto en evidencia las limitaciones de la palabrería, la escasez de medios (leyes de Extranjería y Pla Nacional incluidos) y envía el mensaje -me temo que tarde- de que hay vida más allá de Anglada (aunque, por desgracia, Plataforma x Catalunya está rentabilizando mejor la polémica que los partidos democráticos).

17-I-10, Sergi Pàmies, lavanguardia