īLos Hermanos Musulmanesī, Fawaz A Gerges

No existe mejor criterio para valorar la política árabe que analizar la situación de los Hermanos Musulmanes, el movimiento de oposición más poderoso dotado de organización religiosa en Egipto y el mundo árabe en general. Con ramas en varios países árabes y musulmanes, los Hermanos Musulmanes se autocalifican de alternativa más auténtica y viable a los gobernantes laicos autoritarios y a los extremistas religiosos de las diversas modalidades de Al Qaeda.

La reciente elección de un nuevo liderazgo ha invalidado notablemente tales pretensiones, exponiendo a la luz pública ásperas desavenencias en el seno de la organización islámica, de 81 años de existencia. Tras semanas de malestar y querellas internas, los Hermanos Musulmanes han anunciado la elección de Mohamed Badia, un veterinario ultraconservador, como octavo líder supremo de su movimiento desde su fundación en 1928, junto con 16 miembros de la oficina de Guía de la organización, que establece su política ejecutiva al más alto nivel.

La vieja guardia, como Mahmud Izzat, secretario general y guardián de las finanzas y secretos, y Mohamed Akif, ex líder supremo, opuesto a una apertura de la organización y una democratización de su política de adopción de decisiones, ha ganado la partida.

La elección de Badia muestra claramente el predominio de la vieja guardia, un grupo conservador cohesionado aunque crecientemente menguante de los Hermanos Musulmanes la mayoría de los cuales perteneció a la red paramilitar Sayyid Qutb (1965). Qutb, ideólogo y teórico principal del movimiento islámico radical conocido como yihadismo, fue ejecutado por el régimen de Naser en 1966. Los Hermanos Musulmanes renunciaron a la violencia a principios de los años setenta.

Buena parte de los seguidores de Qutb, como Izzat, Akif y Badia, estuvieron encarcelados alrededor de una década en campos de concentración y, desde su liberación a mediados de los setenta, han ejercido un poder absoluto sobre este influyente movimiento social.

Badia carece de visión intelectual y política para liderar la ilegalizada organización de los Hermanos Musulmanes con una mentalidad aperturista e integradora. Su título de orgullo, por así decir, consiste en su absoluta obediencia a los poderes fácticos en el seno de la organización (Izzat y Akif) y en su aversión a las reformas. La elección de Badia - figura discreta, más bien torpe y desmañada-se destina a mantener el statu quo.

El ala reformista, que exige transparencia además de mostrar afinidad con la oposición laica, reducida pero activa, ha sufrido un serio revés. Pesos pesados reformistas como Abdel Moneim Abul Futu y el ex vicelíder Mohamed Habib han perdido su cargo en la oficina de Guía. Duro golpe. En concreto, Futu (le he entrevistado varias veces estos últimos años, además de a numerosos líderes de ambos bandos) es la figura de mentalidad más avanzada, en quien los jóvenes Hermanos Musulmanes de matiz progresista han depositado sus esperanzas a favor de un cambio. Su exclusión inclina aún más el equilibrio de poder a favor de los partidarios de la línea dura como Izzat, que se oponen a un papel más activo en el panorama político y quieren reforzar la cohesión y unidad de la organización.

Al abandonar su cargo en señal de protesta, el ex vicelíder Habib acusó a la vieja guardia de violar las reglas y normas de funcionamiento de los Hermanos Musulmanes y de urdir la elección de Badia. "El futuro del movimiento se halla en juego", dijo Habib en una reveladora entrevista.

Las quejas de Habib mostraron a las claras el empeoramiento de la rivalidad entre los dos discursos políticos y sociales en el seno de la organización islámica.

Tal factor entraña que en los próximos cinco años los Hermanos Musulmanes estarán más absortos en la tarea de incrementar sus filas - que suman ya un millón de seguidores-que de tender una mano a la oposición para propiciar un cambio pacífico en Egipto. El nuevo liderazgo se guardará de provocar al régimen de Mubarak, que recientemente ha aplastado con dureza a los Hermanos Musulmanes enviando a la cárcel a cientos de sus miembros.

De hecho, el régimen de Mubarak es el principal beneficiario del triunfo de los representantes de la línea dura, aislacionista. Situándose a sí mismos en similar tesitura, los Hermanos Musulmanes dejarán de amenazar el dominio del Partido Nacional Democrático en las elecciones legislativas en octubre que, a juicio de muchos JAVIER AGUILAR egipcios, allanarán la senda hacia la presidencia del hijo de Mubarak, Gamal. Aunque proscritos y acosados, en el 2005 los Hermanos Musulmanes obtuvieron un quinto de los 454 escaños del Parlamento egipcio. El siguiente partido opositor posee seis escaños.

Cabe oponer el razonamiento contundente de que los Hermanos Musulmanes y el régimen de Mubarak son dos caras de la misma moneda. Lo lamentable de la política árabe es que tanto la élite gobernante laica como la poderosa oposición islámica carecen de lo que entendemos por democracia liberal. Y no hay una tercera vía viable en el horizonte árabe que provea de luz al término del oscuro túnel.

24-I-10, Fawaz A Gerges, profesor de Relaciones Internacionales sobre Oriente Medio de la London School of Economics. Autor de ´El viaje del yihadista: dentro de la militancia musulmana´, Ed. Libros de Vanguardia, lavanguardia