´Prohibir o no la burka´, lavanguardia

Una comisión de estudio del Parlamento francés ha propuesto que la burka y el niqab islámicos - prendas que ocultan totalmente el cuerpo y el rostro de las mujeres-sean vetados en los servicios públicos sin ser prohibidos en su uso particular en las calles de Francia. El informe de esta comisión sostiene que tanto la burka como el niqab -llamado también velo integral- son contrarios a los valores básicos de la República, pero opta por una solución pragmática y descarta su ilegalización, por temor a que tal medida sea tumbada por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Por otro lado, el Gobierno francés ha denegado la nacionalidad a un extranjero musulmán por obligar a su esposa a vestir el velo integral. El ministerio de la Inmigración e Identidad Nacional ha actuado de acuerdo con un dictamen del Consejo de Estado que considera incompatible esta imposición sobre las mujeres con los principios republicanos.

Este complejo debate, que sigue abierto en el país vecino, se solapa con las pugnas entre partidos, que se intensifican debido a las próximas elecciones regionales de marzo. En este sentido, ha provocado mucha polémica la irrupción de la joven Ilham Moussaïd,candidata regional del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), que usa y defiende el velo que sólo oculta el cabello o hiyab -el más extendido entre las musulmanas europeas- a la vez que mantiene posiciones de extrema izquierda; dentro y fuera de su organización le han llovido las críticas por hacer bandera de una prenda que una mayoría de la sociedad considera prueba evidente de la sumisión anacrónica de la mujer.

Esta discusión francesa, que tiene un recorrido legal todavía abierto y alienta una gran controversia, también nos afecta, en la medida en que, aunque en proporción minoritaria, ya pueden verse este tipo de vestimentas en muchos pueblos y ciudades españolas. El asunto no es anecdótico, al contrario. Constituye un nuevo desafío para las democracias europeas, puesto que cuestiona directamente conquistas y derechos esenciales, que forman parte de nuestra forma de vida y que provienen de la idea ilustrada de progreso, que nos ha conformado como un espacio privilegiado de libertad, igualdad y bienestar. Hay que puntualizar que, en este caso, no nos referimos al pañuelo para el cabello o hiyab, que deja visible todo el rostro. Hablamos de la burka y el niqab, verdaderas cárceles para mujeres, cuyo uso es impropio de sociedades abiertas y modernas. Los ojos están puestos en Francia porque la eventual prohibición - total o parcial-del velo integral tendrá impacto y trascendencia en el conjunto de la UE. Ha llegado la hora de que los poderes públicos, a partir del sentido común y la defensa de los valores básicos, se atrevan a dibujar, ley en mano, la raya que separa el espacio democrático innegociable de cualquier norma reaccionaria que atente contra la libertad y dignidad de las personas. Esta es una responsabilidad que los gobiernos no deben dejar en manos del azar.

7-II-10, lavanguardia