"Internet y elecciones", Manuel Castells.

Internet y elecciones

En las sociedades desarrolladas, Internet se ha convertido en un instrumento esencial de la actividad humana en casi todos los ámbitos de la sociedad. Excepto en la política, si exceptuamos las movilizaciones político-sociales, como el movimiento anti-globalización, relativamente externas al sistema político formal. Ciertamente, los partidos tienen páginas web y las utilizan para difundir su propaganda y solicitar comentarios y propuestas a sus simpatizantes. Pero, en lo esencial, tanto en Catalunya como en otros países, los usos políticos de Internet se caracterizan por ser flujos de comunicación unidireccionales y cuidadosamente controlados por los partidos.

Es muy posible que esto cambie en el futuro a partir de la experiencia de la campaña electoral de Howard Dean en las elecciones presidenciales primarias de Estados Unidos dentro del Partido Demócrata. Como es sabido, Dean, gobernador del pequeño Estado de Vermont, es, en estos momentos, el candidato que va delante en las encuestas entre los demócratas, aunque todavía nadie se ha medido con Bush como candidato. En buena medida, el atractivo de Dean se debe a los dos temas centrales de su campaña: es el único candidato que, desde el principio, se opuso a la guerra en Iraq y sigue oponiéndose a la ocupación; y es el unico candidato que centra su programa en una política de seguro de salud que vaya permitiendo gradualmente la cobertura universal de la salud, en un país en el que hay más de 40 millones de personas sin ningún tipo de seguro.

Pero los observadores concuerdan en que el método de la campaña de Dean tiene un papel primordial en su inesperado éxito, superando a candidatos con mucho más dinero y apoyos de la máquina del partido. Y esa campaña está basada, por primera vez, en el uso de Internet. Un uso muy específico: crear una plataforma de apoyo a Dean que la gente puede interpretar a su manera, construir sus propios grupos y hacer sus propias propuestas, no sólo de contenido, sino de acción, sin control de los responsables de la campaña.

En la página de Dean (www.deanforamerica.com) hay múltiples links (vínculos) con numerosas páginas web de grupos “no oficiales” de apoyo a Dean. O sea, cada uno puede montar su propia campaña de movilización en torno a Dean y someterse al debate de miles de personas. Naturalmente, Dean también presenta sus propuestas y las discute por e-mail, junto con sus asesores, con esa amplia red, pero también utiliza las ideas y propuestas que le llegan. Y, sobre todo, ha liberado una fuerza de movilización en la sociedad que va mucho más lejos que su propia candidatura. ¿El resultado? En estos momentos hay más de medio millón de personas que han dado su nombre y su dirección electrónica y personal para participar en la campaña. Hay centenares de iniciativas de base que se coordinan a nivel local y a nivel nacional para intervenir en las elecciones, con reuniones entre la gente, con visitas a las casas y también con foros en Internet. Pero lo que más ha impresionado en Estados Unidos, donde todo se cuenta en dinero, es que, mediante el uso de Internet, Dean ha conseguido recibir más dinero que cada uno de los otros candidatos. Y lo ha hecho dólar a dólar, mediante donativos por Internet (una media de 100 dólares por donante), hasta llegar a 25 millones de dólares.

Un método utilizado es el de que distintos grupos se movilizan para conseguir en un tiempo determinado que la gente dé tanto o más a Dean como lo que recibe Bush o su vicepresidente en una cena de donantes –y hasta ahora los han vencido, aun siendo que las susodichas cenas llegan al millón de dólares–. Es decir, el poder del número frente a los números del poder. Tanto es así que, en estos días, Dean se plantea renunciar a los fondos públicos porque estos fondos imponen un techo de financiación de campaña de 45 millones de dólares.

Como Bush, que renunció a estos fondos, tiene ya 170 millones, Dean propone a la gente que vaya más allá de los 45 para tener posibilidades frente a Bush. Pero hay un problema ideológico aquí, porque Dean está en contra de las campañas sin control público. De modo que ha decidido poner esta decisión fundamental en manos de los cientos de miles de personas inscritas en su lista de Internet, mediante una carta colgada en Internet solicitando su voto electrónico sobre el tema y afirmando el carácter vinculante del voto. Los resultados, este sábado, cuando usted esté leyendo esta columna.

Este gesto simboliza la verdadera novedad del uso de Internet en la campaña: liberar el poder de Internet como instrumento de participación y de interacción, aceptando el no control del aparato del partido sobre los ciudadanos. Es probable que no baste esta afirmación democrática para ganar una elección, en contra del peso mediático y de las máquinas establecidas. Es también probable que el éxito inicial se deba a que los usuarios de Internet suelen ser más jovenes, más educados y más progresistas que la población en su conjunto. Y ya los candidatos tradicionales han aprovechado un error de Dean para lanzar una campaña contra él utilizando los medios de comunicación. Es también difícil que, si fuese el candidato demócrata, ganase la elección a Bush, por el miedo al terrorismo que aún tiene la mayoría de la población. Dean, simplemente, está demasiado a la izquierda para ganar una elección presidencial en Estados Unidos.

Pero su demostración de la capacidad de Internet para movilizar a la gente cuando se la deja libre para organizarse y movilizarse puede quedar como un hito en el proceso de cambiar las formas de hacer política. De ese cambio depende que no se vacíe de contenido una democracia que, en América y en el mundo, podría convertirse en un cascarón vaiveneado por las ondas de la manipulación mediática.

XI-03