´El afán de la inmortalidad´, Màrius Carol

John Kenneth Galbraith, que  además de un gran economista era un columnista irónico, escribió en una ocasión: "Siempre podemos asegurarnos la inmortalidad cometiendo algún error espectacular". Eso es lo que le ha ocurrido al alcalde de Herrera de Pisuerga (Palencia) que ha sustituido un lienzo centenario de la ermita de Nuestra Señora de la Piedad por un mural de la Adoración, donde el pintor ha reproducido la familia del concejal. Lo más discutible de todo es que esta iniciativa ha sido costeada con fondos públicos de la Consejería de Cultura de Castilla y León. El artista Guzmán Capel ha retratado al padre del alcalde como san José y a su hermano y al alcalde del PP como dos de los Reyes Magos. El portavoz del PSOE ha denunciado públicamente los hechos y ha enviado una carta al obispado y otra a la Junta en las que aporta toda la documentación de este acto de megalomanía.

Según contaba el diario Público, los socialistas critican que, en lugar de emplear el dinero del gobierno regional para restaurar la iglesia, el alcalde lo haya invertido en encargar un cuadro para inmortalizarse él y su familia. Javier San Millán, que así se llama la primera autoridad de Herrera de Pisuerga, localidad de 2.500 habitantes, ha acabado reconociendo que el pintor necesita modelos de la vida real para sus cuadros, sin detallar demasiado si fue él quien, al parecer, le dio instrucciones al respecto.

El caso recuerda, aunque con menos boato, al de Félix Houphouët-Boigny, que fue presidente de Costa de Marfil tras su independencia en 1960, y que, tras ser cristianizado, no se conformó con construir una disparatada reproducción de la basílica de San Pedro de Roma en su aldea natal, Yamasucro. El templo, conocido como Nuestra Señora de la Paz, es propiedad vaticana desde que le fue regalado a Juan Pablo II por las autoridades marfileñas. Lo sorprendente del templo, casi tanto como su descomunal coste, es que en sus impresionantes cristaleras quisiera estar inmortalizado el propio Houphouët-Boigny. Concretamente en la que reproduce el pasaje de la entrada triunfal en Jerusalén del domingo de Ramos y en la que el Mesías es recibido entre palmas al lado del ex presidente del país, a quien acompaña unos pasos más atrás su jefe de protocolo.

Tanto el caso del alcalde palentino como el del dirigente africano son un intento de buscar la inmortalidad en la obra de arte de un templo religioso, pero esa inmortalidad es aquella que genera el error político, de la que hablaba Galbraith. Sin embargo, no hay que sobrevalorar la inmortalidad. Jorge Luis Borges sostenía que no había nada más amenazador. Aunque quien lo ha tenido siempre más claro es Woody Allen, quien dijo que no quería alcanzar la inmortalidad con su trabajo, ni siquiera en un cuadro, sino simplemente no muriendo.

15-II-10, Màrius Carol, lavanguardia