´Una crisis de verdad´, Norbert Bilbeny

Una joven licenciada pregunta qué hacer. Está en el paro. Me mira, dubitativa. No lo dudes, estudia. Además, refuerza tu inglés. Y la informática; siempre queda algo por conocer. España saldrá adelante si ponemos el conocimiento en la base de su economía. Ya no más un país de camareros, albañiles y comerciales a la aventura.

Al resto de los países europeos les va mejor. Centran su formación y producción en el conocimiento. Trabajan igual, pero con más efectividad y mejor dispuestos. La organización y los hábitos de trabajo son superiores. ¿Por qué? La economía es una ciencia relativa, ya se ha visto. ¿Y qué dicen los sindicatos? Antes tenían una visión social. Ahora, como el Gobierno, sacrifican lo social a lo popular. Cada uno mira por lo suyo. Es un mal general: poco querer dar, mucho esperar recibir. Nuestra crisis es una crisis de verdad, porque es una crisis de la verdad. Ysi no reconocemos que hacemos poco por salir de ella, nunca saldremos de ella.

Pero ¿quién se atreve a decir la verdad? Con más razón, en las ocasiones extremas hay que decir la verdad. Decir ahora que no haya subsidio de paro sin contrapartida en formación. Que sea voluntario el retraso de la jubilación. Que acaben el fracaso escolar, la permanencia prolongada en la universidad, las trabas para la formación continuada, el crecimiento del funcionariado, las pegas burocráticas para crear empresas, el gran número de fiestas y puentes, los disparatados horarios de trabajo, incompatibles con el escolar. ¿Y por qué pagar más por estudiar una segunda carrera? ¿Por qué tan pocas y ridículas becas?

Los bancos reciben dinero público, pero no invierten en lo público. Hay que acabar, pues, con esta España chusca que interrumpió su regeneración con la crisis de principios de los noventa. Y aún: suprímase de una vez el doblaje de las películas. Traducir Hollywood es aún de la España de los Botejara. ¿Cómo vamos a recuperarnos a este paso?

Pero no se dicen las verdades. Hay miedo a perder votos, subvenciones, el puesto en la lista, días de vacaciones. Mientras, nuestra crisis es "una crisis de verdad" porque es la verdad lo que está en crisis. No queremos ver, escuchar, hablar. Sin embargo, el político tiene la obligación de hablar. Nuestro contrato con él, o ella, incluye, en la crisis actual, que se diga la verdad. Si no, continuaremos en la cola de Europa.

26-II-10, Norbert Bilbeny, lavanguardia