´Zurbano, calle sin salida´, Enric Juliana

El laberinto en el que se halla José Luis Rodríguez Zapatero no tiene salida por la calle Zurbano. El elegante palacete de Madrid donde nació Fabiola de Mora y Aragón, reina consorte de Bélgica durante 33 años, ha sido escenario en las dos últimas semanas de una negociación entre teatral y verídica sobre la crisis económica en España. Algo nuevo ha surgido, sin que se sepa muy bien exactamente qué.

Las conversaciones de Zurbano han dado cierta satisfacción a la demanda del Rey de un mayor clima de acuerdo entre los partidos; han apuntalado mínimamente la credibilidad del estamento político (erosionada por unos índices de desconfianza que superan la cota del 70% en las encuestas), sin aportar soluciones estructurales a la pavorosa avería del aparato productivo español. En Zurbano sólo ha habido coincidencias. Nada que se parezca a los pactos de la Moncloa de 1977.

Y esas coincidencias nadie sabe cómo van a ser empaquetadas. La brega de los próximos días girará en torno al embalaje de los acuerdos parciales alcanzados. El Gobierno quiere un gran paquete con lazo rosa institucional ante una nube de fotógrafos. El primer partido de la oposición exige que cada coincidencia se remita en sobre aparte (basta con un modesto sobre de oficina) al Congreso de los Diputados.

José Blanco ha hecho un buen trabajo escenográfico en el palacete de los Mora y Aragón, hoy propiedad del Ministerio de Fomento. Blanco es, de manera indiscutible, el nuevo capitán de la tropa zapaterista. Está llamado a conducir la difícil operación de salvamento del joven grupo dirigente que tomó las riendas del PSOE en el 2000. Blanco es el único de los nuevos oficiales que está demostrando verdadero talento político en las horas más bajas de la Nueva Vía (nombre que adoptó la corriente renovadora de Zapatero).

El ministro de Fomento ha intentado encerrar al Partido Popular en un programa de televisión titulado Los pactos de Zurbano.El palacio era el mensaje. Un nuevo espacio, desconocido por el gran público, en el cual interpretar la partitura exigida por el Rey y deseada por el sentido común de la inmensa mayoría ("si las cosas están tan mal, que los políticos se pongan de acuerdo"). En paralelo a la ronda de conversaciones en el burgués barrio de Almagro, una fundación encabezada por Javier Gómez Navarro, presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio y ministro con Felipe González, y Javier de Paz, antiguo secretario de las Juventudes Socialistas, empresario de éxito e íntimo amigo del presidente Zapatero, lanzaba una de las campañas de publicidad más intensas de los últimos años en España. Con un único e impactante eslogan: "Esto sólo lo arreglamos entre todos".

El PP, que siempre ha temido la innegable maestría de los socialistas en el arte de la propaganda, no podía huir de Zurbano. Ya quedó claro en el debate económico celebrado en el Congreso de los Diputados, el 17 de febrero, cuando el empuje retórico de Mariano Rajoy quedó varado en las arenas pactistas de Convergència i Unió y del Partido Nacionalista Vasco.

El centroderecha español no podía huir del elegante palacio de Zurbano y ha acudido de mala gana. De tan mala gana que incluso en la calle Génova tuvieron que advertir a su portavoz económico Cristóbal Montoro que moderase el sarcasmo ante la prensa, Montoro vive un buen momento personal: la vida le sonríe, la crisis le da la razón y Manuel Pizarro, el boyardo aragonés que aspiraba a ser la voz económica del PP, ha acabado renunciando al escaño. Montoro está estos días convencido de haber roto la táctica envolvente de Blanco.

Todavía temerosos de la encerrona, en el PP consideran que Zurbano les ha ido bien, en la medida en que han podido transmitir sus planteamientos alternativos: la rotunda oposición a la subida del IVA y la creación de un nuevo contrato de trabajo con costes de despido más proporcionales, por ejemplo. "Lejos de quedar atrapados por la táctica del PSOE, las negociaciones en Zurbano nos han proporcionado un potente altavoz para explicar a la sociedad que no somos un partido sin alternativas que se limita a esperar el desgaste del Gobierno", señalan en Génova. El forcejeo, sin embargo, no se ha acabado. El PP se opondrá en los próximos días a que los acuerdos parciales alcanzados (reducción del IVA en la rehabilitación de viviendas, reducción de los plazos de pago de las administraciones y los particulares, reactivación de los créditos del ICO...) sean presentados con gran prosodia. Exigirá su tramitación inmediata. Y, entre tanto, ha buscado distraer la atención del personal lanzándose al ruedo taurino como el Partido Castizo de España. Un pescozón a los catalanes siempre tonifica a las derechas españolas. Les gusta. Les pone. Son así.

¿Qué le ha fallado al Gobierno? ¡La comunicación!, responde al unísono el coro socialista. La estudiada escenografía de Zurbano se ha visto estropeada por un nuevo episodio de incongruencia gubernamental, esta vez referido a la posible congelación del sueldo los funcionarios, anuncio que la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, ordenó rectificar, de manera tajante, a la vicepresidenta segunda, Elena Salgado. El ala oeste de la Moncloa está que echa humo y Zapatero se ha visto obligado a reclutar al director del diario Público,el veterano periodista Félix Monteira, como nuevo secretario de Estado de Comunicación.

7-III-10, Enric Juliana, lavanguardia