"Tensiones internas en la ONU", Georges Soros.

Tensiones internas en la ONU

Las Naciones Unidas están desgarradas por las tensiones internas. Apenas se había resuelto satisfactoriamente la controversia sobre la creación de un Consejo de Derechos Humanos que surgió una nueva batalla. Estados Unidos está presionando para que se realicen reformas administrativas y amenaza con recortar la financiación si no se implementan las reformas.

El secretario general presentó un plan de reformas razonable, pero una mayoría de los estados miembro de las Naciones Unidas, que actúan en conjunto como el llamado G-77, están poniendo obstáculos, porque lo consideran otra medida más destinada a reducir la autoridad de la Asamblea General con relación al Consejo de Seguridad.

Más precisamente, cuestionan la propuesta del plan de dar mayores poderes y responsabilidades al secretario general, cuya elección está, efectivamente, en manos de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, que tienen poder de veto.

Muchos miembros de las Naciones Unidas, que creen que la Asamblea General ha venido perdiendo poder dentro de las Naciones Unidas, se resisten a abdicar de lo que consideran su último vestigio: el control sobre el presupuesto a través del trabajo de la Quinta Comisión de la Asamblea.

En la práctica, la Quinta Comisión ejerció el tipo de microgestión sobre el personal y los gastos que debería haber ejercido el secretario general si las Naciones Unidas funcionaran de manera efectiva y tuvieran un staff a la altura de los desafíos que afronta la organización. Éste es el fundamento de la insistencia de Estados Unidos en las reformas administrativas.

Existe una necesidad imperiosa de encontrar la manera de salir de este atolladero. Si la propuesta actual fracasara, implicaría el fin concreto de todos los esfuerzos por reformar a las Naciones Unidas, con consecuencias desastrosas para la gente de todo el mundo que depende de la ayuda proporcionada por el programa de desarrollo de las Naciones Unidas, de la seguridad que ofrecen las numerosas operaciones de paz de las Naciones Unidas o de la infinidad de otros servicios prestados por agencias de las Naciones Unidas. Por ejemplo, el no implementar una reforma de gestión alimentaría los reclamos por parte del Congreso norteamericano de retener los aportes de Estados Unidos al presupuesto de las Naciones Unidas - una política que socavaría enormemente los propios intereses de Estados Unidos, como la expansión planificada de la misión para frenar el genocidio en Darfur.

El camino que conduce a una resolución satisfactoria es claro: asignar a la Asamblea General un papel más preponderante en la elección del secretario general de manera que los miembros deleguen poderes en una autoridad que ellos mismos hayan elegido. Esta solución no sólo permitiría que se implementaran las tan necesarias reformas administrativas; también aportarían claridad y transparencia a un proceso que necesita marcadamente una mejora.

Después de todo, la Carta de las Naciones Unidas estipula que "el secretario general será designado por la Asamblea General según la recomendación del Consejo de Seguridad". El concepto original era que los dos organismos alcanzarían un consenso respecto de un candidato. En la práctica, en cambio, hoy los cinco miembros permanentes se ponen de acuerdo sobre un candidato y su decisión primero es ratificada por el Consejo de Seguridad y, luego, por la Asamblea General. Actualmente los cinco miembros permanentes están llevando a cabo discusiones reales en secreto sobre un nuevo secretario general, lo que aumenta la frustración de otros miembros de las Naciones Unidas, entre ellos grandes potencias que han venido intentando infructuosamente ampliar el Consejo de Seguridad.

Para lograr las reformas del proceso de presupuesto que quiere, Estados Unidos necesitará tomar la delantera a la hora de persuadir a los otros miembros permanentes del Consejo para que asignen a la Asamblea General un papel más importante en el proceso. Esto podría realizarse de varias maneras. El Consejo de Seguridad podría aceptar recomendar a varios candidatos entre los cuales la Asamblea General elegiría uno. Alternativamente, la Asamblea General podría proponer varios candidatos al Consejo de Seguridad, de los cuales el Consejo elegiría uno para una posterior aprobación por parte de la Asamblea.

De una u otra manera, el proceso de selección se vería beneficiado por una mayor transparencia. Por ejemplo, la Asamblea General debería realizar audiencias públicas en las que se entrevistaría a los candidatos, mejorando así, enormemente, la categoría del candidato que finalmente resultara elegido. De ser aceptadas, este tipo de propuestas ayudarían a resolver la actual disputa para satisfacción de todos. De hecho, permitirían que las Naciones Unidas fueran más fuertes de lo que alguna vez hayan sido.

lavanguardia, 7-V-06