´Fracaso en Chipre´, Valentín popescu

La visita en febrero del secretario general de la ONU a Nicosia para avanzar en las negociaciones de unificación chipriota ha sido tan frustrante como la mayoría de las gestiones anteriores. Pero esta vez el obstáculo mayor no ha sido la mala voluntad de grecochipriotas o turcochipriotas, sino la casi desidia con que la Unión Europea enfoca las negociaciones para el ingreso de Turquía en la UE. La división de Chipre se produjo en la segunda mitad del siglo XX al desembocar las tensiones étnico-nacionalistas que atormentaron la isla desde su independencia al invadir el ejército turco la mitad septentrional. Con el paso del tiempo, la mitad griega de Chipre se ha transformado en una república próspera. En gran parte porque la población grecochipriota gozaba de un nivel cultural mucho mayor, y en gran parte también porque supo vincularse económicamente al mundo occidental. En la mitad septentrional quedó la población agrícola autóctona y los inmigrantes enviados por Ankara, con una preparación laboral y académica muy inferior.

Lo que sí han tenido en común ambas comunidades chipriotas ha sido un distanciamiento creciente. Pese a lo cual, la posibilidad de una reunificación - federación, confederación o Estado con amplias autonomías-existió. La posibilidad se debía en parte a la conciencia unitaria de un puñado de líderes grecochipriotas, y en mayor parte aún porque para Ankara era sumamente gravosa la ayuda que tenía que prestar a la mitad turca de Chipre para que el nivel de vida no fuese muy inferior a la grecochipriota. Pero la era pro reunificación entró en barrena en el 2004 cuando la población grecochipriota, que ya era miembro de la UE, votó no en un 76% en el referéndum unionista de la ONU. En la parte turca hubo un sí mayoritario. La negativa colmó la paciencia de Ankara, porque las reticencias - con Francia en cabeza-a incorporar a Turquía a la UE no sólo frustraban el europeísmo turco, sino que coincidían con una reorientación de Ankara hacia Oriente Medio y el sudoeste de Asia, desde China hasta el mar Caspio.

Quizá el Gobierno de Erdogan haya relegado a la UE a segunda opción porque la evolución política y económica del mundo brinda otras alternativas. En el sudoeste de Asia crece la conciencia de una comunidad turcomana en la que Ankara ejerce un liderazgo indiscutido. A ello se suma el enriquecimiento de Turquía en el último decenio, un hecho que haría viable la transformación del Chipre septentrional en la 82. ª provincia turca. Este paso serviría para paliar el enfrentamiento del Gobierno de Erdogan con las viejas estructuras - los militares en primer lugar-ancladas en sueños de grandeza nacional. El paso resultaría tanto más fácil cuanto que la opinión pública turca se está desilusionando del sueño europeísta. La tentación de no hacer nada es muy fuerte para Ankara, que manteniendo el statu quo en Chipre orillaría un sinfín de problemas internacionales.

5-III-10, Valentín Popescu, lavanguardia