´La política como profesión´, Lluís Foix

Es un tópico de todos los tiempos poner a los políticos en la picota. La tendencia es especialmente acusada en las democracias que son sistemas frágiles porque las ideas y los intereses de las gentes son tan variados como contrapuestos y los gobiernos no pueden satisfacer a todos. En las tiranías, el político es el rey. Sin críticas, con vasallos, sin libertad, con la policía y el ejército en manos del dictador, sólo cabe el silencio o el heroísmo que suele acabar en arbitrarias sentencias de cárcel.

Es frecuente escuchar que antes sí que había políticos de talla. Pienso que más o menos como ahora. Cabe recordar cómo se destruyó políticamente a Adolfo Suárez y lo que se decía de Felipe González en sus dos últimos mandatos. Aznar gobernó democráticamente con puño de hierro y acabó con manifestaciones masivas en su contra cuando decidió viajar a las Azores para meter a España en una guerra que la gran mayoría de la población no quería.

Ahora toca, naturalmente, destripar políticamente a Zapatero porque parece que esté tomando el pelo al personal con medidas contra la crisis que ni él mismo sabe explicar con coherencia. El president Montilla puede culpar a las eléctricas que son las que han dejado a oscuras a muchos miles de catalanes durante una semana. Pero el responsable político es Montilla y él sabrá qué hace con las empresas que han timado a sus clientes sin dar explicaciones hasta cuatro días después.

La política es necesaria y los políticos también. Los que han dejado más huella son aquellos que no han hecho de la política una carrera sino que se han encontrado con el poder casi por azar. Churchill fue premio Nobel de Literatura, De Gaulle era un militar con una cierta idea de Francia. Los dos pasaron pocos años en el poder pero dejaron recuerdos legendarios. El buen político sobresaldría también en otras actividades. No vive de la política sino para la política, como un servicio y no como un oficio.

Observando a muchos políticos de gran relumbre suelo pensar: ¿Qué haría esta persona si no fuera político? ¿Ha ejercido alguna vez su profesión? Es interesante el consejo que da el ex canciller Helmut Schmidt en sus últimas memorias. Dice que quien quiera dedicarse a la política debe haber aprendido y ejercido una profesión a la que pueda regresar en todo momento, porque sólo así podrá preservar su independencia. Estoy de acuerdo.

16-III-10, Lluís Foix, lavanguardia