´Intransigente indulgencia´, Quim Monzó

Ya está claro qué va a hacer la Iglesia católica con los curas pederastas: nada. Otra cosa será lo que hagan las autoridades civiles. Anteayer domingo, durante la oración del ángelus, Benedicto XVI mostró finalmente la pauta que de verdad piensan seguir, incluso ahora que - en un país tras otro-los escándalos les estallan en las manos. Como cada domingo al mediodía, Joseph Alois Ratzinger se dirigió a los congregados en la plaza de San Pedro. En esta ocasión les dijo: "Tenemos que aprender a ser intransigentes con el pecado, comenzando por los nuestros, e indulgentes con las personas".

Intransigentes con el pecado e indulgentes con las personas. Es una afirmación bastante curiosa. Pongamos que soy un delincuente que va por ahí buscándose la vida y que - en un robo a mano armada, por ejemplo-voy y mato a un señor. ¿Van a ser las autoridades "intransigentes" con el asesinato pero "indulgentes" conmigo? ¿Cómo se come eso? ¿Detendrán al asesinato y yo, el asesino, me iré de rositas? ¿Me detendrán a mí pero me tratarán a cuerpo de rey? Cuanta retórica malabar y qué poca sinceridad.

Fíjense en el fragmento del Evangelio que este domingo escogió Ratzinger para su prédica. Este era un domingo especial porque, justo el día antes, el Vaticano publicó una carta dirigida a los católicos irlandeses, hablando de los centenares de casos de pederastia perpetrados por parte del clero de aquel país, y que obispos y otros gerifaltes disimularon y escondieron sin ningún problema, ni de conciencia ni de nada. En esa carta a los irlandeses Ratzinger anunciaba iniciativas para la "curación y la renovación" de la Iglesia irlandesa y explicaba que sentía "consternación", y "vergüenza y remordimiento" por las víctimas. Decía también que estaba "realmente triste". Atención al realmente:no estaba triste y basta. No: estaba "realmente triste", cliché lingüístico que sitúa esa carta más cerca de la redacción protocolaria de un abogado de oficio que de la veracidad y la honradez. Dijo que incluso está "dispuesto" a recibir a las víctimas irlandesas, como hizo con las víctimas de Estados Unidos y de Australia, y como supongo que hará también con las de Alemania, y con las de donde se tercie, a medida que se vayan destapando casos: "Venid, venid, amiguitos ya crecidos, que os recibiré y os explicaré que no sólo estoy triste, sino incluso realmente triste".

Pero todo eso fue en la carta del sábado. El domingo, durante el ángelus, ya ni eso. Sacó de un cajón de la cómoda la frase que se enarbola siempre cuando te pillan con las manos en la masa: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra". Pero si hay una frase que no se puede usar en ese contexto pederástico es precisamente esa. ¿Era consciente de que, en esta situación, insinúa que (pelillos a la mar) quien más quien menos alguna vez ha tenido trato sexual con niños? Menuda peña.

23-III-10, Quim Monzó, lavanguardia