´Cuando Garzón es el pretexto´, Eduardo Martín de Pozuelo

"Nada de lo sucedido estos últimos tiempos en torno a Garzón puede desvincularse del arranque, el 10 de febrero del 2009, de su investigación sobre la presunta red de corrupción ligada al Partido Popular (caso Gürtel), del mismo modo que las reiteradas querellas por su estancia en la Universidad de Nueva York son una batalla más de una vieja guerra -procedente del olvidado caso Banesto que llevó a la cárcel a Mario Conde- y que tiene como verdadero objetivo a Emilio Botín y al Banco Santander".

"Si cae Garzón con el asunto de Nueva York, se abre la puerta para atacar de nuevo a Botín y eso se ve claro desde el primer día", afirmaron fuentes directas del caso que calificaron de obviedad esta circunstancia.

Esta convicción, esgrimida ante La Vanguardia tanto por fuentes de la defensa de Garzón como por compañeros del juez que le consideran víctima de una operación global de acoso y derribo, se sustenta en la personalidad de sus acusadores, en las pruebas de su inocencia y en una cronología plagada de coincidencias judiciales, "cómo mínimo muy extrañas", según las fuentes señaladas, que se mantienen en el anonimato por la inquietud que causa el enrarecido y tenso ambiente judicial que se respira en Madrid.

Esta pelea de largo recorrido, que comenzó en 1994 cuando Banesto pasó a la órbita del Banco Santander, tiene estos días su campo de batalla en la sala del Tribunal Supremo donde anteayer declaró el juez Baltasar Garzón. Son muchos años de juicios y rencillas para ser tratados en breve, pero es fácil comprobar que esta confrontación tiene unos protagonistas destacados que permanecen en el tiempo. El caso paradigmático es el de Antonio Panea, antiguo accionista, hombre del fallecido ex consejero de Banesto Rafael Pérez Escolar, que ahora destaca como el abogado que, junto a José Luis Mazón, suscribe sin flaquear una tras otra querellas contra Garzón.

La causa: unas aportaciones de 302.000 dólares del Santander para dos seminarios sobre justicia y terrorismo de altísimo nivel que el juez dirigió en la Universidad de Nueva York, con los que, dicho llanamente, los acusadores sostienen que Botín habría sobornado a Garzón para que le archivara una querella. En otras palabras, para la acusación, el juez con más riesgo y más prestigioso de España se habría vendido por menos de 300.000 euros, es decir, ni 50 millones de pesetas. Y, curiosamente, la operación habría sido cerrada por adelantado, ya que el curso al que asistió al juez se celebró quince meses antes de que los denunciantes decidieran volver a actuar contra el Santander.

La cronología, dicen los defensores, es reveladora: el 1 de marzo del 2005, Garzón se instaló en Nueva York, donde estuvo hasta el 30 de junio del 2006. Durante su estancia, el magistrado escribió a Botín agradeciendo el patrocinio de los cursos. El 29 de septiembre del 2006, Rafael Pérez Escolar, hijo del fallecido dirigente de Banesto, presentó una querella contra Botín en la Audiencia Nacional. Dos meses después, la Fiscalía instó su inadmisión y Garzón procedió a no admitirla. Los querellantes recurrieron y, el 25 de abril del 2007, la sala de la Audiencia Nacional confirmó la decisión de Garzón.

Entonces entró en juego el abogado Antonio Panea y cambió la estrategia. Así, el 28 de febrero del 2008 presentó una queja contra Baltasar Garzón ante el Consejo General del Poder Judicial basada en el libro Garzón juez y parte,de José Díaz Herrera, según el cual el juez habría recibido la desorbitada -y a todas luces falsa- suma de 100.000 dólares por cada una de las diecisiete conferencias dadas en Nueva York bajo la rúbrica Diálogos transatlánticos, con dinero del Banco Santander. En total, 1,7 millones de dólares. Dos meses después, nueva derrota de Panea cuando la Comisión de Disciplina del Consejo General del Poder Judicial, tras comprobar la falsedad del asunto, archivó el tema. Pero el ataque se reprodujo y el 10 de junio del 2008 Antonio Panea Yeste presentó ante el Tribunal Supremo una querella contra Garzón por prevaricación y cohecho. De nuevo, el abogado vio frustradas sus aspiraciones cuando el 2 febrero el Supremo no admitió su querella por no existir ni cohecho ni prevaricación.

Pero como martillo pilón, el 12 de junio del 2009, Antonio Panea, esta vez con la ayuda de José Luis Mazón, volvió a acusar a Garzón de los mismos delitos. La novedad estribó en que "el querellado había solicitado y obtenido el patrocinio del banco al que luego le rechazó la querella en su contra".

Pero entonces Garzón y la Fiscalía Anticorrupción investigaban el caso Gürtel, que estalló el 10 de febrero con 37 detenciones. El asunto se enredó rápidamente para el PP al comenzar a aparecer en prensa su tesorero, Bárcenas, y las sospechas de podredumbre política que alcanzaban hasta Valencia.

En el lapso, el Tribunal Supremo -considerado básicamente conservador- cambió su línea y, sorpresivamente, admitió la querella de Panea y Mazón. Era el 28 de enero del 2010 y el 15de febrero la Universidad de Nueva York escribió que el juez "ni pidió ni recibió dinero del Banco Santander" y añadió que fue el Centro Rey Juan Carlos I quien "administró y gastó estos patrocinios en la realización de esas iniciativas" y que "ninguno de estos gastos tomó la forma de compensación directa o indirecta, en dinero o especie, al juez Garzón, o a su familia".

En los dos ciclos de conferencias que patrocinó la entidad financiera española participaron, además de Garzón, personalidades internacionales de la talla de Rigoberta Menchú, Henry Kissinger, Ernesto Zedillo, Álvaro Uribe y el diplomático y ex diputado del PP Javier Rupérez. El abogado de Garzón recuerda que la relación entre el Santander y esa universidad "continúa en la actualidad".

19-IV-10, Eduardo Martín de Pozuelo, lavanguardia