´La sorpresa liberal británica´, Víctor Pou

Cameron, el líder conservador británico, se las prometía muy felices cuando pensaba que tenía al alcance de la mano la vuelta de los tories al poder, en virtud de la gran ventaja que las encuestas les otorgaban frente a los laboristas. Pero la gran noticia se produjo en la primera confrontación televisiva entre los líderes de los tres grandes partidos británicos, el gran vencedor no fue ni Cameron ni Brown, sino el poco o nada conocido hasta ahora líder del Partido Liberal, Nick Clegg. Los efectos de esta primera victoria mediática empiezan a ser devastadores: los liberales aventajan a los laboristas en intención de voto por primera vez desde 1984 y los comentaristas vaticinan que el Reino Unido podría estar a las puertas de un cambio político histórico, similar al de la victoria de Atlee sobre Churchill en 1945 o al de la aparición de Margaret Thatcher en 1979.

Nick Clegg puede ser un gran desconocido en su país, pero no en Bruselas, donde desde hace años viene forjando una brillante reputación. No en balde ha trabajado cinco años en la Comisión Europea y ha sido otros cinco años miembro del Parlamento Europeo. Antes, había estudiado en el Colegio Europeo de Brujas, semillero de tantas carreras europeas, y fue allí precisamente donde conoció a su esposa, una española que también ha trabajado como funcionaria en la Comisión Europea y con la que tiene tres hijos: Antonio, Alberto y Miguel. Clegg es hijo de madre holandesa y de padre medio ruso, y habla perfectamente cinco idiomas: inglés, holandés, alemán, francés y español.

Tuve la ocasión de colaborar estrechamente con Clegg en la Comisión Europea. Ambos acompañábamos cada mes a nuestro comisario, el británico sir Leon Brittan, responsable de la cartera de Comercio, a la sesión plenaria del Parlamento Europeo. Las muestras de inteligencia y rapidez de reflejos de Clegg impresionaban. Yo acostumbraba a decirle que su nombre bisilábico reflejaba, de manera onomatopéyica, sus cualidades de persona preparada, rápida y aguda: nic-clec. El comisario Brittan, aquel viejo y admirado león británico, ya le vaticinaba entonces una gran carrera política.

Cualquier paralelismo con la política española es inexistente. Aquí no tenemos un tercer gran partido liberal que pueda hacer sombra a los dos grandes. Tampoco abundan los líderes de la talla, formación, experiencia internacional y dominio de idiomas de Clegg.

30-IV-10, Víctor Pou, profesor del Iese, Universidad de Navarra, lavanguardia