´¿Petróleo no, gasolina sí?´, Mariano Marzo

La industria global del petróleo suministra cerca de 84,7 millones de barriles diarios (155,853 litros por segundo). No en vano, el petróleo se ha convertido en un producto estratégico, imprescindible en el devenir cotidiano de la humanidad, de modo que el 95% del transporte mundial depende de los derivados del petróleo.

Alcanzar el volumen apuntado ha requerido una revolución tecnológica espectacular. Esta quedaba perfectamente ejemplarizada con el anuncio realizado por la compañía BP el2de septiembre del 2009, confirmando el éxito del sondeo de exploración Tiber, en el golfo de México, unos 400 kilómetros al sudeste de Houston. Este descubrimiento constituye un hito porque tuvo lugar tras la perforación del pozo más profundo realizado hasta la fecha. Tras atravesar una lámina de agua de 1.259 metros y taladrar 9.426 metros de rocas (y 45 millones de años de historia geológica) por debajo del fondo marino, el sondeo alcanzó su objetivo a una profundidad total de 10.685 metros.



Y, pese a la espectacularidad de las cifras, el sondeo Tiber no es un caso aislado en el golfo de México. Durante el periodo 2000-2008, la industria petrolera perforó 80 pozos de exploración en zonas cubiertas por una lámina de agua de más de 2.250 metros y 190 en zonas situadas entre los 1.500 metros y los 2.250 metros. No podemos pasar por alto que, para satisfacer su sed de petróleo, la humanidad taladra cada año una longitud equivalente a la de diez veces el diámetro del planeta. Obviamente, a este ritmo, los riesgos se multiplican y los accidentes tarde o temprano ocurren, aunque su probabilidad sea baja.

Desgraciadamente, el incendio de la plataforma Deepwater Horizon y el subsecuente derrame de crudo desde el pozo Macondo en el golfo de México pasará una elevada factura, tanto en vidas humanas como en el aspecto económico, y tendrá, pese a los intensos esfuerzos de remediación puestos en juego, un efecto devastador para el medio ambiente en una zona tan sensible como el delta del Misisipi y las regiones costeras adyacentes. Asimismo, no resulta aventurado predecir que la imagen de las compañías petroleras sufrirá un importante revés, precisamente en un momento en el que los preparativos para la próxima conferencia y exhibición mundial sobre tecnología en aguas marinas (Offshore Technology Conference), a celebrar esta misma semana en Houston, avanzaban en un clima de renovado optimismo. Todo ello sin olvidar las consecuencias políticas que el suceso tendrá para el presidente Obama y su Administración, que no hace mucho anunciaba, ante el enfado de los grupos ecologistas, su decisión de abrir a la exploración nuevas y vastas áreas frente a las costas de Estados Unidos.

Ante la magnitud del desastre, y llevados por una comprensible indignación, podemos maldecir al petróleo y a su industria. Pero, mientras no cambiemos nuestros hábitos de movilidad y transporte, rebelarse ante los daños colaterales del modelo al uso puede parecer tan paradójico como la de aquellos manifestantes de una viñeta de El Roto en cuya pancarta podía leerse: "petróleo no, gasolina sí".

2-V-10, Mariano Marzo, lavanguardia