´Se acabó la broma´, M. Dolores García

Ahora que ya está claro que el capitalismo no se va a dejar refundar, ni siquiera retocar un poco, descubrimos que son los estados los que han de pasar por el aro de ese intangible caprichoso que llamamos mercados. De una crisis del capitalismo resulta que va a surgir una crisis del Estado de bienestar como lo hemos concebido en Europa en los últimos treinta años.

Para una España en la que hace cuatro días se prometían niveles de servicio público equiparables a los países nórdicos, la ducha de agua fría es estremecedora. Un país que arrastra un fracaso escolar vergonzoso y un paro juvenil del 40% pretendía situarse en un par de años en la avanzadilla de la ayuda generalizada a la dependencia y la natalidad. Lo primero ha quedado en papel mojado y en una frustración latente, mientras que lo segundo ha desaparecido como por ensalmo.

Zapatero enarboló esas recetas como estandartes de la izquierda sin caer en que gastar más de lo que se puede de forma universal no es sinónimo de justicia redistributiva. Ahora, cuando no le queda más remedio que aplicar la tijera, se encuentra desnudo, sin referentes ni discurso. De manera que el presidente, como contaba hace unos días El Correo,apenas acertó a dar esta explicación a los barones del PSOE: "Se acabaron las bromas".

Si el capitalismo ha cometido excesos -y muchos-, también los Estados -desde los gobiernos nacionales hasta los regionales y locales- han incurrido en algunos. En el caso de España, el Estado del bienestar se ha disparado en los últimos años a golpe de talonario público en subastas electorales y de forma indiscriminada, mientras pilares esenciales como la educación quedaban relegados a estériles debates sobre las clases de religión, de ciudadanía o de catalán/ castellano.

España se somete hoy al examen del Eurogrupo, que evaluará sus debilidades, desde sus costes salariales hasta la competitividad. Los presupuestos de los países de laUE serán auditados previamente a su aprobación por los parlamentos nacionales. La cesión de soberanía parece avanzar, pero aún se está lejos de un gobierno económico europeo. Antes, un viento de desafección generalizada, a la griega, podría recorrer Europa, dada la impopularidad de los recortes. Todo ello, el diseño económico y social de Europa, se está construyendo ahora, está en manos de la política.

Porque si algo se demuestra ahora es que la política no es tan irrelevante como la verborrea que la acompaña. Condiciona nuestras vidas. En Bruselas, en Berlín, en Madrid, en Barcelona. Zapatero necesita apoyos de otros partidos para aprobar el ajuste. Ya no valen los alegres bailes de la geometría variable. Habrá que seguir atentamente quién está dispuesto a compartir el marrón, hasta dónde y en qué condiciones. Es cierto, presidente, se acabó la broma.

18-V-10, M. Dolores García, lavanguardia